El pasado domingo lamentablemente creció mi consternación y aumento el luto en Veracruz por la sentida muerte del muy querido Francisco Loyo Ramos, extraordinario ser humano a quien recordaremos con gratitud y reconocimiento varias generaciones de abogados que tuvimos la fortuna de ser sus alumnos en la Universidad Veracruzana.
A pocos hombres pueden considerárseles un ejemplo virtuoso por conjuntar la academia y la vocación por el servicio público. El Maestro Francisco Javier Loyo Ramos fue uno de ellos.
Miles de veracruzanos constatamos su preparación académica, honestidad, excelencia y sencillez. Los que compartimos con él momentos de intensas reflexiones, tenemos el deber de transmitir su visión y sus valores a las siguientes generaciones; pero sobre todo, tenemos el compromiso de continuar su labor para hacer de Veracruz un mejor estado.
Nacido en Cosamaloapan, en el corazón de la cuenca del Papaloapan, un 3 de septiembre de 1945, se caracterizó por ser un hombre de palabra, que siempre inspiraba confianza en los que le rodeaban. En lo personal, tuve la gran oportunidad de conocerlo como estudiante en la Universidad Veracruzana, donde era catedrático y director de la Facultad de Derecho; y posteriormente, coincidimos en el Congreso del Estado de Veracruz en la Legislatura donde fungí como diputado local y él era el Secretario General del Congreso Local.
Muchos lo conocieron y reconocieron en su andar, tanto en el campo de la investigación desde el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UV, hasta su última parada, en el Congreso Local; pasando por la Procuraduría General de Justicia del Estado, el Tribunal Superior de Justicia del Estado, diputado federal y local; buscando siempre en cada espacio generar nuevos conocimientos para lograr el desarrollo del Estado de Derecho.
Refería que no bastaba generar conocimiento y transmitirlo, también había que demostrar su aplicación en la realidad jurídica y, en eso, el Maestro Loyo Ramos fue magistral. Su conocimiento de la estructura gubernamental y su compromiso social fueron, sin lugar a dudas, también confirmadas en su paso por la Subsecretaría del Gobierno de Veracruz, dando muestras fehacientes de lo que debe ser un hombre de Instituciones, cercano a la realidad política y social que debe sortear. Él nos demostró que los hombres comprometidos con su deber nunca ofrecen excusas, sino que siempre dan resultados.
Pocos como “Pancho” Loyo conocían la actividad legislativa en todas sus aristas, su experiencia y conocimientos como diputado federal y local, se tradujeron en 14 años de resultados como Secretario General del Congreso del Estado de Veracruz de manera ininterrumpida en las últimas cinco Legislaturas. En reconocimiento a ello, sería un atinado gesto que la Hemeroteca del Congreso del Estado de Veracruz lleve su nombre.
Francisco Loyo Ramos, nos dio un ejemplo más de su pasión por el servicio público, al mantenerse firme hasta el último día al servicio de su querido Veracruz; así de grande fue su compromiso y así de grande es el sentimiento que nos deja su partida.
Desde este espacio les reiteramos nuestro más sentido pésame a nuestra muy querida Maghaly, a sus hijos Frank, Héctor y Javier. Que Dios derrame su bálsamo reconfortante para superar pronto el dolor ante tan sentida pérdida.
Descanse en Paz Francisco Javier Loyo Ramos, hombre íntegro, funcionario eficaz e intachable, que se ganó el respeto y admiración de muchas generaciones de veracruzanos.