Nuevamente es evidente el mal cálculo de Andrés Manuel. Primero, antes de que se cumplieran los dos años del gobierno de Enrique Pena Nieto, empujó Andrés Manuel la posibilidad de que se diera la renuncia del Presidente -cosa impensable además-, para que se abriera la posibilidad de nuevos comicios en los cuales volviera a participar él desde luego, con el supino afán de recoger la inconformidad de los mexicanos y ser elegido así Presidente de la República. Este afán, que no deja de encerrar un cierto candor e ingenuidad igualmente supina por parte del tabasqueño, porque nada le garantizaba a Andrés ganar las elecciones bajo esas condiciones, pero bueno, esos eran sus cálculos y allá él. Pero hoy se vuelve a equivocar, fiel a su idea de que él está por encima del bien y del mal y de que su estatura moral está por encima de todo, se niega a ser candidato a una diputación federal por Morena y parece que prefiere esperar al 2018 para competir nuevamente por la grande, cosa que hoy ve, ante el desprestigio del gobierno actual, como cosa de tiempo, como pan comido, ya da como un hecho que en 2018 los mexicanos nos vamos a volcar masivamente por él, y desde hoy ya empieza a cantar como sucedió en 2006 y 2012, una victoria demasiado prematura, de aquí a 2018 todo puede pasar y el desprestigio de la clase política no se da en un solo lado, es generalizado y alcanza a Morena y también a él.