«Pese a los intentos tricolores de boicotearla, de quitarle los dientes e, inclusive, de enterrarla, al final los propios priistas cedieron y apoyaron en San Lázaro la iniciativa panista para crear el Sistema Nacional Anticorrupción. El cambio de postura resultó sorprendente y hasta intrigante. De hecho hay diputados que afirman que el gobierno federal decidió hacer a un lado sus reticencias, dada la crisis de imagen que viene arrastrando desde hace varios meses. Sea por lo que haya sido pero se destrabó esta reforma, y quien debe estar feliz es el queretano Ricardo Anaya, su principal promotor en el PAN. Nadie, sin embargo, debe echar las campanas al vuelo pues faltan dos escollos harto complicados. El primero es el Senado. El segundo, y tal vez más importante, es el de los gobernadores, pues resulta que con la nueva ley serán sometidos a un escritinio puntilloso». Lo comentan en «Templo Mayor» de Reforma.