Otra vez está festejando Andrés Manuel el triunfo antes de tiempo -del plato a la boca se cae la sopa…-, las elecciones anteriores de 2006 y 2012 no le han enseñado nada a AMLO. Son notables e inobjetables los triunfos obtenidos por MORENA el pasado domingo, pero por el momento nada más le da para disputarle el bastión de la izquierda al PRD, el PRI y el PAN todavía están lejos.
Morena no es una fuerza nacional a pesar de Andrés Manuel, además, su liderazgo se ha anquilosado, se ha avejentado –“MORENA está lleno de viejos liderazgos”, diría el líder del senado Miguel Barbosa-, con la exitosa irrupción de las candidaturas independientes el espectro político se ha oxigenado, se vislumbran nuevos horizontes de aquí al 2018, podrían surgir nuevos liderazgos.
AMLO necesita renovar su discurso y la visión que tiene del país anclado en los principales postulados de la revolución de 1917. Él y Martí Batres se han cansado de decir y de repetir que su fuerza está en el pueblo, en la gente, pero habría que preguntarles a él y al rijoso y revanchista de Martí Batres ¿quién es la gente y quién es el pueblo, cómo se contabilizan? En el centro y en el norte de la república su discurso parece no encajar.
Este país después del pasado domingo ya no es el mismo. Es otro México con una realidad democrática que, nos guste o no, en donde la gente empieza a ver las cosas desde distintos ángulos y desde estas distintas perspectivas vota, la pluralidad es lo que está predominando. Hay mexicanos nacionalistas, ultranacionalistas, liberales económicamente hablando, neoliberales, derechistas, conservadores, reaccionarios, «ecologistas», socialdemócratas, socialistas, revolucionarios, etc.
MORENA tiene el reto por delante de convertirse en un partido «corporativo», de dirección colegiada y democrática en lo interno que tiene que aprender a no depender de la voluntad de un solo hombre, de la visión unilateral e irreductible que tiene de la realidad política, económica y social del país.
No quiero sonar a ave de mal agüero, pero qué va a pasar con MORENA cuando, como dirían los clásicos: «ojalá Dios no lo permita», Andrés Manuel le llegue a faltar a ese partido. AMLO es un líder formidable, el último gran líder de masas de este país, pero la recomendación sería que antes de empezar a pensar en el 2018 empezara por analizar su discurso, es muy posible que no sea una condición suficiente para que se convierta en el rival a vencer en el 2018 y, a propósito, la misma recomendación le haríamos a Ricardo Monreal, es decir, antes que empezar a pensar que la delegación Cuauhtémoc va a ser su trampolín político para lograr la jefatura de gobierno del D.F., lo primero que hay que hacer es ponerse a trabajar por resolver algunos de los muchos problemas que tiene esa delegación política del Distrito Federal, o sea, un comercio ambulante exacerbado, inseguridad, basura, problemas de vialidad, etc.
El pueblo de hoy, los ciudadanos de hoy, felizmente han aprendido a dar y a quitar a los buenos y malos gobernantes, sino que le pregunten a Padrés Elías, a Rodrigo Medina y a Fausto Vallejo.