«Es un principio indiscutible que para saber mandar bien, es preciso saber obedecer»
Aristóteles

Los mexicanos nos jactamos de diversos movimientos revolucionarios e insurgentes a lo largo de la historia, pero pareciera ser que en pleno 2015, la administración de Javier Duarte y el H. Congreso del Estado han “olvidado” que vivimos en un estado de Derecho y no en un régimen dictatorial, donde no se tome en cuenta la voz de los contribuyentes y consideren a casi 7 millones de veracruzanos como unos entes de piedra.
El Reglamento de la Ley de Tránsito y Seguridad Vial para el Estado de Veracruz, que entró en vigor el pasado 16 de junio es una muestra del poco sentido común y peor aún es una demostración de la actitud prepotente, irrespetuosa y abusiva por parte del ejecutivo estatal, de los diputados locales y por ende de mandos medios de la estructura gubernamental.
La administración de Duarte de Ochoa está en un proceso legislativo de primer mundo. Puesto que al dictaminar un reglamento de esta índole nos pone a la vanguardia. Por ejemplo, En Suiza, el valor de una multa de tránsito es progresiva en función de la capacidad económica del infractor.
Parece ser que allí se han dado cuenta que a ciertas personas poco les importa el dinero, y con mucho dinero creen tener licencia para burlar ciertas normas, así queda considerado que si alguien tiene plata para comprar un vehículo muy caro, seguramente también tendrá plata para pagar una multa muy representativa. Por ejemplo, recientemente un ciudadano sueco fue sorprendido conduciendo un Mercedes-Benz SLS AMG de 210.000 euros aproximadamente, a 290 kilómetros por hora cuando el límite de velocidad es de tan sólo 120. Todo parece indicar que este adinerado e irrespetuoso de la ley, tendrá que pagar una multa de aproximadamente 700.000 euros. Adicionalmente se inmovilizó el vehículo y se le suspendió la licencia de conducción.
Para lo cual, en Veracruz olvidaron que la mayoría de las carreteras son remendadas y parchadas, en comparación con Suiza que sus rutas y carreteras son de excelente mantenimiento; y no menos importante, el alto nivel de corrupción que ha caracterizado dicho gobierno estatal. Aunado a esto, la situación que enfrentamos cuando el convoy del ejecutivo estatal o de algún Secretario de Despacho (resguardado como mínimo por 5 camionetas blindadas) al circular vía terrestre hacen que policías viales cierren calles aledañas, así como pasarse por alto las luces rojas de los dispositivos. Entonces, ¿con qué autoridad moral se puede cuestionar y afectar a la ciudadanía cuando el propio ejercicio de gobierno no acata dicha normatividad, sino que las alienta y las hace el basamento de su propia hegemonía? Javier Duarte, nuestro estado esta quebrantado en el tejido social, en la estructura política y económica; en el solapar a alcaldes con sus desafueros… ¡el buen juez por su casa empieza!
Pero no se podía esperar menos de un gobernador que es abierto admirador del dictador fascista español Francisco Franco que en su ideología destacaba una mentalidad cuartelaría que trasladó a los diferentes ámbitos de la sociedad española. Desde su posición de poder absoluto intentó controlar todas las esferas de la vida española, mediante la censura y la propaganda.
En un sentido común, tras el anuncio de estas sanciones, sin haberse realizado una efectiva campaña de educación vial, se ha creado una percepción en la población que piensa que la medida en lugar de reducir los accidentes de tránsito, lo que va a propiciar es mayores actos de corrupción y gratificaciones.