Por supuesto que nada tiene que ver “Chabelo” con la Historia Nacional (con mayúsculas), pero el cómico y animador de Televisa ha adquirido una dimensión tal por sus 47 años al frente de su programa de los domingos por las mañanas, “En familia” que, eso sí, ya es imposible disociarlo de la historia de la televisión comercial mexicana.

Debo decir que para empezar para un servidor no es un tema tabú el tema de la televisión, y cuando hablo de televisión me estoy refiriendo al consorcio televisivo que encabeza Emilio Azcárraga Jean. Respeto mucho aquello que decía Carlos Monsiváis de que la verdadera Secretaría de Educación Pública de México se llamaba Televisa, difiero de esa idea, reconozco su vertiente perniciosa, pero al menos a mí no me educó Televisa. Reconozco que soy un televidente de toda la vida, prácticamente desde que tengo memoria, vi y disfruté series que todavía hoy en día recuerdo con mucho agrado y nostalgia, desde Bat Masterson, El avispón verde, Los intocables, Combate, Perry Mason, Las calles de San Francisco, Starsky and Hutch, La isla de Gilligan, Perdidos en el espacio, Tierra de gigantes, El túnel del tiempo, Maverick, Banacek, Batman y Robin, y para qué le sigo, podría nombrar y recordar cuando menos otras veinte series pero no es el caso.

Pero también en la televisión de Televisa descubrí a gente interesantísima y memorable con la que aprendía algo como son el Dr. IQ (Jorge Marrón), El premio de los 64,000 pesos (con don Pedro Ferríz Santa Cruz); al “Bachiller” Álvaro Gálvez y Fuentes; a Jorge Saldaña, al mismo Jacobo Zabludovsky, y ya en la televisión alternativa quqe se hacía en aquellos de la televisión en blanco y negro, a gente de la talla de Ricardo Garibay, Sergio Romano, Luis Spota (memorable su programa de los domingos por la noche, “La hora 25”), Tomás Mojarro, y qué decir del cine mexicano que conocí a través de las pantallas televisivas que iba desde las películas del Santo (el cine de luchadores merece todo un artículo aparte), Gastón Santos, Luis Aguilar, Pedro Infante, por supuesto a Tintán, Resortes, Viruta y Capulina, Clavillazo; el mismo cine de Buñuel y buena parte de las películas de Emilio “El indio” Fernández las conocí por la televisión.

Nunca fui aficionado al género de las telenovelas y de los melodramas, la verdad es que nunca les conferí mayor valor –para mí son un género menor-, a pesar de las grandes producciones en las que estuvo involucrado en su patrocinio Miguel Alemán Velazco y como guionista y director Miguel Sabido, sin embargo reconozco que es un tema que no desconozco, vi algunos capítulos ocasionalmente, y si hoy alguien me habla de Simplemente María, de Yesenia, El pecado de Oyuki, de Catalina Creel, Yara, Los ricos también lloran o Valentín Pimstein, por supuesto sé de lo que me están hablando.

La TV comercial, sobre todo la que representa Televisa, durante mucho tiempo fue una especie de obsesión para mí en mis años universitarios, hasta llegué a pensar hacer mi tesis de licenciatura a partir de una investigación crítica del consorcio, para ello leí desde el ya clásico “Televisa, el quinto poder”, que escribió un grupo de estudiosos de los medios de comunicación encabezados por Raúl Trejo Delabre, hasta el libro que escribieron sobre Emilio Azcárraga Milmo, “El Tigre”, Claudia Fernández y Andrew Paxman, y así leí cuanto escrito cayó en mis manos de investigadores reconocidos y respetados como Fátima Fernández Christlieb y Javier Esteinou Madrid, y para qué le sigo.

Muchas cosas se pueden decir en contra de esa televisión en suma comercial que representa Televisa, no está en mi defenderla, lo único que sí sé es que la pobreza, la desventura y la miseria –algunos le llaman “embrutecimiento”- del pueblo no se debe por entero al consorcio, hay otros muchos otros factores que no voy a anlizar ahora, lo que sí sé es que yo he disfrutado mucho de “Chabelo” en sus diferentes épocas en la televisión, desde aquellas primeras incursiones con Ramiro Gamboa “El tío Gamboín”, cuando hacia pareja con “Chayito” de Alba, que luego se convirtió en la cantante Rosario de Alba, esposa de Napoleón.

Por supuesto muchos domingos, siendo un infante, me llegué a levantar a las 7 de la mañana para ver su programa emblema “En familia”, y también vi muchas películas como aquella, muy divertida, “Pepito y Chabelo contra los monstruos”, estrenada en 1973, y otra con las gemelas españolas Pily y Mily y que ahorita no recuerdo el nombre de la película, pero tal vez más en donde más disfruté a “Chabelo” fue en su participación en el programa “La carabina de Ambrosio”, en sus distintas épocas, desde cuando lo conducía César Costa hasta los de Gualberto Castro, con un elencazo en donde destacaban por supuesto el mismo Xavier López, Beto el boticario, Alejandro Suárez, Gina Montes y Jorge Alberto Riancho.

Perdón, pero yo he tratado de seguir al pie de la letra aquello que hace muchos años Terencio lo expresaba a través del célebre proverbio: “nada de lo que es humano me es ajeno”. Soy un convencido del conocimiento transversal, hay que saber y conocer de todo, y pienso que hay un momento para todo en la vida: para leer, para ilustrase, para educarse, para el internet, para la fiesta e incluso para ver televisión con la distancia y con la perspectiva que el juicio de cada quien considere más conveniente.

Hace poco salió la noticia de que se acaba el programa de “Chabelo” de los domingos, y no es que lo lamenté –no quiero parecer cursi- pero Xavier López es como el eslabón que nos une a los que ya pasamos de la media centuria, con el pasado reciente de México, con esa televisión en blanco y negro pero de matices rosas, en cierto sentido inocente y candorosa, esa televisión que quizá pocos recuerdan pero que nos remite nostálgicamente a la época de nuestra infancia más remota, aquella televisión de Rogelio Moreno, Genaro Moreno, Ramiro Gamboa, Cristina Rubiales, Evelyn Lapuente, El teatro fantástico de Cachirulo, Daniel Pérez Alcaraz, Madaleno, Luis Manuel Pelayo, de Domingos Herdez, Los polivoces y de Manuel “El Loco” Valdés, y de voces inolvidables como las de Fernando Marcos, el “Mago” Septién y Ángel Fernández.