Era un 27 de febrero. Héctor Yunes Landa pasó a su lado y le dijo: “Y nada más me dices que no…”

Acto seguido, el choleño se dirigió al podium y tomó el micrófono. No pasó mucho tiempo para que las palabras de Yunes Landa calaran no sólo en su persona, sino también en el corazón de doña Teresa y don Heriberto, ¡y fue la primera vez que vio llorar a su padre! No era para menos. Tras felicitar a los egresados del Instituto Tecnológico de Úrsulo Galván, el choleño se dirigió a ella, y le extendió la invitación “para integrarse el próximo lunes, como asesora en el Congreso…”

Así, la vida de Elena Córdova Molina daba un giro de 360 grados.

II

Pero, ¿cómo esta joven conoce a Héctor Yunes Landa? El destino es raro. Más cuando la primaria la hace en Mesa de 24, municipio de Alto Lucero, de donde es oriunda. La secundaria, en Emilio Carranza. La preparatoria y su carrera técnica, en Úrsulo Galván.

Fácil. Estando en el Tec de Úrsulo Galván, encuentra que hay una Confederación Nacional de Estudiantes de Institutos Tecnológicos y participa para integrarse en ella. Su inquietud y dinamismo la llevan a ser Vicepresidenta Regional de la Zona Sur, que nada más tenía alcance ¡en nueve estados! Y así conoce a Yunes Landa cuando era diputado local. “Vaya a los eventos” –que organizaba con diversos tecnológicos–, le decía, y allá iba el legislador.

III

Era el 2009 y como cada año, la Confederación de Tecnológicos buscaba una sede para realizar su Sesión anual. Ese año iba a egresar Elena y quiso hacer algo especial: Que fuera el tecnológico de Úrsulo Galván la sede de líderes estudiantiles. Movió mar y tierra y aunque el Tec era uno de los más pequeños en matrícula contra monstruos de miles de estudiantes ¡lo logró! y sí, exacto, uno de los invitados especiales fue Héctor Yunes Landa, que cuando supo del Congreso, sólo tuvo dos palabras para ella: “¡Estás cabrona!”

IV

Price Shoes, Andrea, ropa de Estados Unidos que un amigo le traía, era parte de la vida económica de Elena. Con estas ventas, empezó a hacer ahorros y al egresar como Técnica en Contabilidad Rural, se hace un auto-regalo. Sí, se compra un carro. Así que al integrarse al equipo de Héctor Yunes Landa en el Congreso local, lo primero que hace es mandar a hacer una calcomanía de buen tamaño para pegarla en el medallón de su vehículo.

Una llamada entra a su celular mientras conducía. Era el diputado Héctor Yunes Landa que le hacía una pregunta:

–Elena… ¿qué carro traes?

–Un Corsa, señor…– respondió intrigada por el tipo de cuestionamiento, pero más le intrigó cuando recibió una orden intempestiva:

–¡Párate!

Volteó para todos lados, se orilló y entonces, una camioneta se detuvo atrás de ella y descendió Héctor Yunes Landa: “Vengo a darte las gracias”.

La calcomanía que traía en el medallón decía “Alianza Generacional”.

Una de las encomiendas que tuvo Elena fue generar una agrupación de jóvenes con amigos de los Tecnológicos. Así surgió “Alianza Tec”.

Y en una ocasión, estando con Liz Yunes, vivió parte de esa emoción cuando nació la campaña de “Hectorízate”.

V

A principios de 2012, detectan a su madre, la señora Teresa Molina, cáncer etapa 4. Le dan seis meses de vida. Mujer fuerte y siempre bien recordada en Mesa de 24 por haber sido Agente Municipal y sobre todo por haber servido a los ciudadanos fuera como auxiliar de Salud o aplicando sueros, inyecciones o enseñando a las mujeres a auscultarse para la detección oportuna de cáncer, tuvo cuatro palabras para una Elena que en esos momentos se desmoronaba: “No me sirves así”.

Elena se armó de valor pero se tuvo que retirar de sus actividades dentro del CDE del PRI, donde en esos momentos, Héctor era dirigente pero ya tenía otros planes y le habló a la joven: “Te pido por favor que me ayudes a caminar… voy a ser Senador”.

La respuesta de su madre, quien escuchaba en el altavoz del nextel, fue una: “Vete Elena, vete… no me van a quedar seis meses. Aquí no mandan los doctores… aquí manda Dios”.

Paradojas de la vida… seis meses después, su padre, don Heriberto, sufre un infarto y fallece. Paradojas de la vida… hace seis meses, doña Teresa libraba las últimas batallas contra el cáncer y su hija, Elena, recostada con ella en la cama, le hacía varias promesas, diferentes a la que cuando niña le hizo en una hoja de papel: “Algún día voy a ser licenciada”… “Te prometo que voy a ser presidenta municipal de Alto Lucero, que voy a ser diputada… voy a ser una chingona”.

Su madre le apretó la mano y le dijo: “¡Júrame que vas a ser feliz!”

Palabra que hasta el momento, Elena ha cumplido.

La historia de la secretaria de Acción Femenil de la CNC, que teniendo 11 años salió de Mesa de 24, apenas inicia… pues faltan muchas promesas que cumplir.

smcainito@nullgmail.com