Pero, por desgracia, no fueron dos las celebridades que se nos adelantaron, dicta la sentencia que casi siempre se cumple, otra vez fueron tres los que nos dejaron: Cesare Maldini, el ‘Gato’ Barbieri y Zaha Hadid. El primero, italiano, entrenador de fútbol; el segundo, argentino, músico jazzista y, la tercera, iraquí, arquitecta vanguardista. Maldini, de quien recordamos más su etapa como entrenador de la ‘Squadra Azzurra’ en el Campeonato Mundial de Francia 1998. Ese año los ‘azzurri’ traían un equipo plagado de estrellas: el ‘capitano’ Paolo Maldini (que era un recio defensa central), Cannavaro, Baggio, Nesta, Del Piero, Vieri y Buffon, pero en cuartos de final se les atravesó un todavía más poderoso equipo francés con una constelación de estrellas encabezadas por ‘Zizou’ Zinedine Zidane, Trezeguet, el portero Fabien Barthéz (compañero de Rafa Márquez en el Mónaco), Karembeu (fortísimo delantero afrofrancés), Thierry Henry (el de la mano ante Irlanda), Laurent Blanc y el vasco-francés Lizarazu. Los dos equipos protagonizaron un partido de altísimo nivel que se definió en penales, al final los franceses se coronaron campeones del mundo. De ahí Maldini padre dejó a la selección italiana y pasó a dirigir a los paraguayos con no muy buena fortuna. Del ‘Gato’ qué podríamos decir, bueno que fue un extraordinario saxofonista que nos dejó marcados su música a los cinéfilos a través de aquella película “rupturista”, ‘El último tango en París’ protagonizada por un ya otoñal Marlon Brando y la que en aquel entonces era la promesa del cine francés, María Schneider. La película, dirigida por Bernardo Bertolucci rompió todos los esquemas que había en aquella época del cine erótico con ciertos tintes de soft porno pero manejado magistralmente por Bertolucci. La banda sonora estuvo a cargo del argentino y se convirtió en un clásico del jazz fusionado con el tango. Fue un excelso trabajo de este extraordinario saxofonista. Finalmente, falleció la que era considerada la mejor arquitecta del mundo, Zaha Hadid. Confieso que no la conocía, pero su muerte despertó en mí –como amante que soy del arte de la línea y del volumen- la curiosidad por saber quién era esta celebridad de la arquitectura modernista. He seguido los trazos de otros maestros de la regla ‘T’ y las escuadras, desde Óscar Niemeyer (Brazilia), Frank Lloyd Wright (EUA), Frank Ghery (museo Guggenheim de Bilbao), Santiago Calatrava (Ágora de Valencia), Kenzo Tange (embajada de Japón en la CDMX) y los ‘nuestros’ Teodoro González de León, Luis Barragán (Camino Real Polanco), Enrique Norten, Ricardo Legorreta, Javier Sordo Madaleno, Abraham Zabludowsky, Pedro Ramírez Vázquez y Mario Pani, pero los trabajos de esta mujer son verdaderamente notables, sobre todo por su insistencia en la curva que es un rasgo que define su arquitectura sencillamente modernista. Es difícil ponerse de acuerdo quién es o ha sido mejor, lo que sí es que la arquitectura no tiene límites en cuanto al diseño, en donde los profesionales, artistas del trazo, han sabido compaginar la forma sin restar funcionalidad a sus diseños. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.