La historia es la gran escuela de la humanidad, soy un convencido de ello, como también creo que quien olvida su historia está condenado a vivirla dos veces. Y la historia en el futbol suele repetirse una, otra y mil veces más y cuantas veces sea necesario, porque así es este sencillo juego, que no tiene nada de caprichoso o azaroso. La historia de los que ganan y pierden siempre es la misma. En ninguna otra actividad en la que forman parte los humanos como en el fútbol se suele dar tan recurrentemente el determinismo histórico. Y es que aun cuando es algo que me resisto a aceptar como una triste fatalidad el apotegma aquel de que ‘en el mundo real lo que ha existido, existe o existirá, como lo que ha ocurrido, ocurre y ocurrirá ya está absolutamente dado’, en el mundo del fútbol, repito, se aplica perfectamente. No en balde aquella verdad, casi un axioma, de que ‘el fútbol es un juego que inventaron los ingleses, juegan once contra once y siempre ganan los alemanes’. En la historia futbolística, querido lector (a), todo está escrito para desgracia nuestra, y es que así como he hablado de que los futbolistas italianos son herederos del imperio de la Roma de los Césares, los alemanes llevan en sus venas la esencia de la filosofía futbolística que les legó Carlos V, sí, el mismo ‘imperator’ del Sacro Imperio Romano Germánico que solía decir cuando no tenía nada más ocioso que decir: ‘En mis dominios no se esconde el sol’. Lo escribe Marco Aurelio González Gama,, directivo de este Portal.