Hace unos días experimenté en carne propia lo que es la brecha generacional. Dos de mis hijos, el mayor y el de en medio (Ulises y Marco Emiliano), pertenecen a la generación ‘millenials’ (nacieron entre 1981 y 1995), total que me fui al cine con ellos y ante la falta de mejores opciones nos metimos a ver ‘Dos tipos peligrosos’ (The Nice Guys, 2016), película protagonizada por los consagrados Russell Crow, Ryan Gosling, Kim Basinger y una revelación en la quinceañera Angourie Rice. De los tres primeros ya poco se puede decir, son artistas con una trayectoria consistente, de la Rice, no la conocía pero ha sido toda una revelación, a lo mejor es prematuro adelantarlo, pero en la próxima entrega de premios podría hacerse merecedora a alguno. Pero por qué lo de la brecha generacional, miren, qué difícil es dibujar a la generación ‘millenial’ que hace apenas un instante de años, o sea hace 40, hubo un mundo increíble para ellos, como el que el director Shane Black describe magistralmente en The Nice Guys. Un servidor ya lo había experimentado en clases universitarias, y es qué, ¡caray!, es más fácil hablar del siglo pasado y platicarles a los chavos de hoy que entre otros sucesos históricos importantes hubo dos grandes revoluciones, dos guerras mundiales, un mundo que en una época fue bipolar; de las guerras de Corea y Vietnam, que el hombre pisó la Luna y que se derrumbó un sistema político, económico y social denominado comunismo después de que se pretendió imponer la dictadura del proletariado en una parte del mundo y, por el contrario, qué difícil es hablarles de ese pasado próximo inmediato en donde no había ninguna restricción para fumar en ninguna parte, a todas horas y sin importar que fueran espacios abiertos o cerrados, o del incipiente mundo de lo que posteriormente se convertiría en la poderosísima industria del cine porno que es hoy, un mundo sin convertidores catalíticos, en donde la contaminación ambiental y el desarrollo sustentable no nos preocupaban en lo más mínimo. Porque así es ese mundo que dibuja Black en ese Los Ángeles de finales de los años 70, una realidad inconcebible para las generaciones de hoy que nacieron con un Smartphone bajo el brazo. Hay que verla, es una comedia con momentos divertidos, nostálgica que nos hace recordar que alguna vez hicimos un escrito en una máquina Olivetti Lettera 25, totalmente mecánica, de carrete bicolor. ¡Uf!  Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.