Aún tengo fresco en la memoria la ceremonia de clausura que aquella noche del 27 de octubre de 1968 conducían en televisión en directo y a todo lo que daba el blanco y negro, el siempre elegante León Michel –que hasta diputado federal del PRI fue- y el orizabeño Jorge Labardini, ambos ya fallecidos, el primero con su inconfundible bigotito tipo Sir Alex Raleigh y, el segundo, con sus características gafas de pasta nada discretas. Fue una ceremonia bastante emotiva, tanto que en su narración Labardini no pudo contener las lágrimas de la emoción. Recuerdo a las delegaciones de los países desfilando, bailando y festejando con sus jorongos y sombreros de charro, con las ‘Golondrinas’ de fondo entonadas por el Mariachi Vargas de Tecalitlán, los juegos piroténicos a tope y un gran tablero eléctrico que decía Múnich 1972. ¡Uf!, fueron las XIX Olimpiadas de la era moderna del movimiento, las de Río de Janeiro que darán inicio el próximo viernes 5 de agosto serán las XXXI de la historia, 22 juegos después de los nuestros ¡48 años!, han pasado desde entonces. La verdad qué orgullo, porque este país, con todos los problemas que tiene, no me cansaré de recalcarlo, fue el primero de Iberoamérica en organizar unos juegos, además muy exitosos, y tuvieron que pasar 24 años más para que otra ciudad hispana realizara otras competencias olímpicas, Barcelona 1992 (XXV). De la olimpiada del 68 sobreviven el estadio de CU, el Palacio de los Deportes, la alberca olímpica, el velódromo olímpico y el recuerdo de la medalla de oro de Felipe ‘el Tibio Muñoz, la heroica medalla de plata lograda a punto de desfallecer de José Pedraza Zuñiga, recordado como ‘el Sargento’, y la medalla de bronce en 800 mts., estilo libre de Maritere Ramírez. Nos quedan también para el recuerdo del México 68 la imagen del saltador Bob Beamon imponiendo el fabuloso récord de 8.90 mts., una barbaridad para ese entonces, y la boda de la gimnasta checoeslovaca Vera Cáslavská en la Catedral de México, con el pueblo volcado celebrando con la campeona olímpica. Suerte a Río de Janeiro. Lo escribe Marco Aurelio González Gama, directivo de este Portal.