Sí, las redes crucifican.  Esta semana una deportista de alto rendimiento y un artista vieron sus efectos. Ambos fueron linchados por una horda que quiere hacerse escuchar, al menos leerse.

En México la apariencia sí importa y la sociedad lo demuestra constantemente.  Esta semana, Alexa Moreno y Alejandro Fernández fueron las víctimas de esa necesidad colectiva por ser juez y parte.

Al Potrillo le cuestionaron sus preferencias sexuales y a la joven gimnasta su apariencia física.

Alexa fue la única Gimnasta Mexicana en ir a los Juegos Olímpicos de Río 2016, a pesar de las lesiones que la aquejaban, y ocupa la posición 12 a nivel mundial.  Eso no importó.

En su fiesta, Alejandro Fernández no cometía ningún acto de corrupción, no ridiculizaba a nadie, solo a él mismo. Y como ya lo dijo: “Sí, me fui de fiesta. Sí, bebí para celebrar”, pero no mató ni afectó a nadie.

“Hemos hecho de las redes la plaza de linchamiento del S. XXI. Todos opinamos, todos creemos saber y todos nos atrevemos a juzgar sin conocer realmente el contexto”, expuso al siguiente día en las mismas redes que lo lincharon.

En Veracruz ya habíamos visto el efecto del Facebook y el Twitter, plataformas que interactúan con los medios tradicionales, en el caso Daphne. Hubo miles de hipótesis y comentarios, el juicio se llevó al ámbito digital.

Si bien algunas buenas noticias y acciones ejemplares de ciudadanos logran hacerse «virales», la realidad es que se difunde  con mayor facilidad lo «malo», lo «absurdo» e irreverente.

Como la aguja hipodérmica desarrollada entre los años 20’s a los 40´s por su principal expositor Harold Laswell, los mensajes de los medios atacan y se «inyectan» en la audiencia, que reaccionan de manera uniforme a dichos estímulos.

Dos factores primordiales para incrementar el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación es la aparición de nuevos dispositivos y la reducción de los costos asociados.

La última encuesta del Inegi, del 2015, revela que en el país 62.4 millones de personas, de seis años o más, son usuarias de los servicios que ofrece Internet, lo que representa el 57.4 por ciento de esta población y el acceso a la tecnología es predominante entre la población joven.

México también es uno de los países con más usuarios de Facebook. De acuerdo al director general de la plataforma en el país, Jorge Ruiz, al finalizar el 2015 se contabilizaban 61 millones de usuarios, de los cuales 41 millones visitan la aplicación todos los días.

También es un asunto generacional, los nativos digitales (quienes nacieron con las nuevas tecnologías) son productores de contenidos, no se conforman con leer o recibir información, deben cuando menos, comentar e interactuar.

Viven el momento, lo efímero, por eso tantas aplicaciones donde la imagen y el video dura solo unos segundos, no pretenden guardar nada.

Debo confesar que tengo una hija que practica gimnasia. “Vive de cabeza”, bromeo con los amigos, pero ella ya se vio en las Olimpiadas… preguntó que edad tienen los deportistas que compiten, midió dentro de su cabecita cuántos años le faltan para poder participar.

Es muy delgada por genética, pero estará expuesta y no solo a las caídas y fracasos, sino al escrutinio público, aunque sólo sea una niña que ama lo que hace.

Ya lo había dicho en este espacio: «dios nos libre de caer en la redes sociales», quizá sonaba exagerada la expresión, pero hoy creo que es correcta y oportuna.

 

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“-¿Sabes? Aquí es como si no pasara el tiempo ¿Avanza?

-Por desgracia, sí. No se detiene. El pasado crece, el futuro mengua. Las posibilidades disminuyen, los remordimientos aumentan”.

Baila, baila, baila

Haruki Murakami

 

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