Hace muchos años en México se decía por parte del nuevo Presidente: «Gobernaré para todos los mexicanos». Y se entendía que él y su gabinete se dedicarían a gobernar y el partido que lo había llevado a la Presidencia a hacer política partidista. Se guardaban mucho las formas en ese sentido, y si había alguna ayuda al partido que lo había llevado al poder, ésta era mínima y sumamente discreta. A algo de esto se refiere el ex-Procurador y ex-Magistrado Diego Valadés en «Reforma»: «En los sistemas presidenciales debe entenderse que los gobiernos asumen una posición ajena a la lucha política; si en el proceso sucesorio intervienen los titulares de los cargos administrativos- gabinete-, dejan de gobernar para todos porque operan a favor de sus expectativas personales. En un sistema democrático, esto tiene consecuencias negativas para la gobernabilidad, como lo constatamos a diario. Las autoridades deben actuar de manera neutral en lo que atañe a la lucha por el poder, de otra manera convierten la función gubernativa en tarea partidista. En los sistemas presidenciales renovados los partidos contienden y los gobiernos gobiernan».