*De Oscar Wilde: “El hombre nunca es sincero cuando interpreta su propio personaje. Dale una máscara y te dirá la verdad”. Camelot.

LA GIRA POR VERACRUZ

Sábado por el día y parte de la noche. Viajo por la autopista espantosa de Capufe. Casi al llegar a Veracruz hay un accidente. Una jovencita se salió de la cuneta, estaba bien, es auxiliada por gente, no está lesionada y reporto a Capufe el mismo. Muchos de estos accidentes son porque la carpeta asfáltica parece de camino rural. Después de un rol por Veracruz, tomar un café con el licenciado Juan Lobeira, consuegro cómodo de Yunes gobernador, sortear un viento raro que no llegaba a Norte pero despeinaba los cuatro pelos que uno porta, con el calor de siempre, ver las dos plazas comerciales, la de Andamar y la otra, la antigua Plaza Américas, que le han remodelado una área nueva y ampliado zonas comerciales, como un café Don Justo, muy bien plantado, de la familia Fernández Chedraui, herederos de los Ávila Camacho, aquel general que, en tiempo de su hermano el presidente, Manuel, el gran Maximino, el mayor de nueve hermanos, el hombre que gobernó Puebla con mano de hierro y fue secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, cuando la muerte pisó su huerto, unos dicen que envenenado, otros que no, que un infarto le quitó las ganas de ser presidente de México.

COMIDA EN BOCA DEL RIO

Pero no iba a eso, después de viajar a Boca del Río en un pisa y corre, y comer en el restaurante Llagar, del hotel Punta Azul, uno que decían que era de Yunes, el góber electo, por lo azul, pero Yunes un día me dijo que no era de él, que eran mentiras. Allí comimos una tortilla española, una fabada, un rabo de toro y negrillo al ajillo, con José Luis Rico, el amigo que no es rico, y mi hermano Enrique, de allí nos fuimos a Costco y a ver el mar, porque en el mar la vida es más sabrosa. Había que llegar a ver el juego de los Cachorros de Chicago y los muy queridos por los mexicanos, Dodgers de Los Ángeles, por aquel Fernando Valenzuela, vendido de la liga mexicana, en Puebla, por el gran empresario Jaime Pérez Avellá. Llegué cuando iban ganando 4-0 pero vi el momento culminante, casi la mitad del juego, cuando la locura llegó con aquel doble play y la Cabra que su patrón maldijo, en su tumba llena de tierra del patio donde la sepultó, la Cabra se alegró, porque el malo fue el patrón, el dueño del bar que les maldijo por negarle la entrada a él, y a la Cabra. 71 años después regresan a una Serie Mundial, a aquel Clásico de Otoño que le llamaba el gran Mago Septién (Pedro Septién, 1916-2013), fallecido a los 97 años y que aún, en la vejez y en la ancianidad, Televisa lo llevó a transmitir desde el estudio la última Serie Mundial de su vida, aquel 2012, una joya de comentarista, el mejor de todos los mexicanos que ha narrado un béisbol, en radio o tele, el otro fue Angel Fernández. Primer locutor de la XEQ en el tiempo que el béisbol lo dominaba Jorge Pasquel (1907-1955), con la chequera de nueve ceros, tío de Tavo Rodriguez Pasquel Bravo, dueño del orizabeño restaurante La Troje, gente de Miguel Alemán Valdés, en la liga americana crearon una ley llamada Ley Antipasquel, porque este hombre llegaba con la chequera abierta y se traía a todos los jugadores de las grandes ligas, los de color y los de no color. Veracruzano, amante de la cacería, cuentan que cuando iba a África se llevaba el refresco Zaraza Vargas, hecho en Veracruz, de los Urreta, un refresco que había que conservar frio, porque caliente sabia a medicina. Al final, en la celebración, recordé un juego que vi en el Yankee Stadium de Nueva York, ya no en la casa que construyó Babe Ruth, cuando los Yankees ganaban el juego 100 y se hacían campeones de la liga, la parafernalia era de locura. Al terminar el out 27, después de un jonrón de Bernie Williams, cuando Derek Jetter era el shorstop, el estadio comenzó a escuchar el New York de Frank Sinatra, y la tele de la pantalla del estadio a afocar a los picudos invitados especiales, entre ellos el muy querido exalcalde Rudolph Giuliani, que hoy no sé qué mosca le picó a ir a apoyar al muy maldecido y gandalla Donald Trump, él, que se ve cara de hombre bueno, también estaba por allí Liza Minelli y otras estrellas, incluyéndonos a nosotros, unos cuenqueños y chayoteros que veíamos esa gloria de juego. Iban a los playoffs de la Serie Mundial. La Cabra entra al Clásico de Octubre, viene la Serie Mundial el martes por la noche, Chicago, donde Sinatra les cantó aquella canción famosa; Chicago, donde nació el famoso musical que conquistó Broadway, el mismo sitio donde Al Capone forjó un imperio de maldad; donde hay viento un día sí y otro también, sitio que conozco cuando, en la época del gobernador Miguel Alemán Velasco, nos invitó porque llevaba una réplica de la cabeza Olmeca, de Veracruz a Chicago, tierra de los Dealey, que eran como los Kennedy en Boston, o los Yunes en Boca del Río. Richard Michael Daley se convirtió en el alcalde de Chicago que más tiempo ha ocupado el cargo en la historia de la ciudad, un récord que poseía su padre, Richard. A él le dio Alemán aquella Cabeza Olmeca, eran cuates, ya ven ustedes que los ricos enseguida se identifican. Era la época de Sabás Huesca, director de Comunicación Social del gobernador de las estrellas, ya luego llegaría, para bien de Veracruz, Raúl Peimbert Díaz, el mejor comunicador social que ha tenido Veracruz. Honrado y decente. Y listo, muy listo. Cierren las puertas y hagan sus apuestas. Voy con Chicago.

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