Cuando estas líneas salgan a luz pública es muy probable que ya se sepa el resultado de las elecciones en el vecino país del norte, donde algunas encuestas le dan una ligera ventaja a Hillary Clinton y otras a Donald Trump, pero de acuerdo a los analistas se debe considerar prácticamente como un empate técnico entre los dos candidatos, sin embargo no es mi intención hacer un análisis del proceso electoral sino de las causas que producen un fenómeno como el del magnate estaunidense ya sea que gane o que pierda.
Existe una ley muy conocida por los estudiosos del tema la cual indica que todo en el cosmos es vibración, hasta en la más dura piedra o metal aplica esta ley, ya que la diferencia es que la vibración de la piedra o el metal tienen una vibración sumamente densa.
Los seres humanos también estamos bajo los efectos de esta ley tanto corporal como mentalmente hablando, y nuestro cerebro permanentemente está emitiendo estas vibraciones, que llamamos pensamientos, aun cuando estemos dormidos.
A través del pensamiento los seres llamados humanos estamos en constante comunicación no importa el lugar o distancia en la que nos encontremos ya que las vibraciones mentales no se pierden solamente se entrecruzan entre sí.
Si observamos una iglesia bien construida, de acuerdo a los parámetros sagrados, tienen forma cupular o de espiga como las catedrales góticas para aprovechar y potencializar al máximo el egregor que los asistentes producen generando una mayor fuerza en la ceremonia religiosa que a final de cuentas no es más, ni tampoco menos, que una ceremonia cósmica, ceremonia cósmica en la cual radica el verdadero poder de las iglesias, por eso es que se hacen misas de manera continua.
Todo esto viene a colación por lo que está sucediendo en Estados Unidos.
Reza un refrán “cuidado con lo que pides porque se te puede conceder”. En algunas ocasiones el espíritu colectivo de una nación, o, manejándolo psicológicamente, el inconsciente colectivo, no está conforme con algo que está sucediendo o se encuentra insatisfecho con lo que tiene y quiere un cambio a su medida y, a veces, se le da.
Afortunada o desafortunadamente es así como funcionan muchas cosas ya sea para bien o para mal, nunca se sabe, hasta que se dan las consecuencias.
Uno de los casos más conocidos es el de Alemania con el fenómeno Hitler.
Alemania, después de haber perdido la segunda guerra mundial, entró en una crisis terrible debido a las desmedidas sanciones que se le impusieron en la firma del tratado de Versalles. La inflación que llegó a tener rebasó todas las expectativas y las consecuencias nefastas, lastimando, seriamente, la autoestima de un pueblo tan aguerrido como el germánico.
Esta situación hacía que el pueblo alemán clamara, algunos conscientemente, otros, la mayoría inconscientemente, por un salvador y el salvador se les presentó como Adolfo Hitler.
Adolfo Hitler, de ser prácticamente un vagabundo, todo lo contrario de Trump, logró, después de múltiples peripecias llegar a dirigir el tercer Reich.
A partir de su llegada todo fue miel sobre hojuelas, durante un tiempo, cumpliendo sus promesas, en el corto plazo, lo que ningún político ha hecho hasta la fecha en ningún país, dándole trabajo y estabilidad al pueblo alemán, el famoso vochito que aun circula por diversas calles del mundo se hizo a petición de él, pues quería que todos sus conciudadanos tuvieran un vehículo que fuera resistente y económico, lo que pasó posteriormente todos lo conocemos, llevando al total desastre a los orgullosos teutones.
Ahora tenemos el fenómeno Trump quien se ha comprometido con el pueblo estaunidense, harto de su “clase política”, a devolverle su “antigua grandeza”, amenazando a diestra y siniestra a todo lo que él considera que es la causa de la decadencia de Norteamérica.
Uno de los causantes de esa decadencia somos nosotros los mexicanos, ya que de acuerdo a sus sugestivos razonamientos somos violadores, ladrones y drogadictos y eso es lo que les llega por allá, para evitarlo construirá un muro.
Otra causa son los migrantes musulmanes, pues son violentos y terroristas, según él, y nadie en Estados Unidos se siente seguro teniéndolos a su lado.
Y así podríamos enumerar una serie de causas que, según su percepción, han hecho mella en la grandeza del imperio.
Lo cierto es que Trump representa un sector altamente conservador, racista, belicista y ambicioso que ha visto como la nueva Roma se debilita ante otras potencias emergentes como China, la India y Rusia.
Este sector, que no es pequeño como se ha visto a lo largo de su campaña, considera que su orgullo nacional ha sido herido por múltiples situaciones internacionales y nacionales como el hecho de que Rusia se haya apoderado de Crimea en Ucrania sin que Obama hubiera hecho algo para evitarlo.
También considera que los musulmanes enemigos de ellos, como el grupo llamado ISIS, ha crecido debido a las políticas erróneas del actual presidente y de Hilary cuando esta era la encargada del Departamento de Estado.
Por otra parte Trump representa todo lo que el norteamericano medio quiere ser: un hombre exitoso que ha logrado amasar una fuerte suma de dinero debido a su astucia y audacia reponiéndose de duros fracasos y bancarrotas para llegar a ser el magnate que es.
Es innegable que una gran parte del pueblo estadounidense está fascinado por este hombre blanco y rubio cuyos ancestros llegaron como migrantes y cumplieron lo que muy pocos pueden conseguir: el sueño norteamericano.
Las consecuencias de estas elecciones las conoceremos a corto y a largo plazo y esperemos que sus resultados no sean lo temible que muchos esperan.
En México ya tenemos a nuestro mesías.