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Excélsior

Con la asistencia de más de 8 mil personas, la vela anual de la comunidad muxe llevó la fiesta a Juchitán, Oaxaca, en donde la comida, la cerveza y el baile fueron los aditamentos perfectos para agradecer las bondades de la vida.

“Ay Sandunga, mamá por Dios, Sandunga no seas ingrata, mamá de mi corazón” con las notas de “Sandunga”, son zapoteco que hace referencia al amor y la admiración por la mujer del Istmo de Tehuantepec, inició la noche de ayer la celebración de la famosa vela de “Las auténticas intrépidas buscadoras del peligro”.

Al caer la noche, la comunidad indígena de homosexuales, transgéneros y lesbianas del Istmo se engalanó con sus mejores trajes y sus cartones de cerveza para acudir a la vela que desde hace 41 años, hermana a este sector de la población único en su tipo en el país.

Desde antes de ingresar, un pasillo conformado por cientos de cartones de cervezas, que esperaron hasta altas horas de la madrugada para ser adquiridos por los asistentes varones, fueron un preámbulo de lo que será la noche en la que las tradiciones zapotecas y la modernidad, se mezclaron para crear un ambiente mágico.

Le llamamos vela a un baile velorio de noche, nuestros ancestros lo hacían y decían vamos al velorio y después ya fue cambiando y se quedó en vela y es una fiesta en honor a un santo o un apellido, en nuestro caso esta celebración nació hace 41 años para festejar a esta comunidad y a nuestro patrono San Vicente”, dijo Óscar Cazorla fundador del evento.

Acompañados de amigas, esposas y novias, quienes iban vestidas con el traje de juchiteca y algunas con vestidos de noche, los varones ataviados con guayaberas blancas, ingresaron al evento cada uno con su cartón de cerveza al hombro para dirigirse al “puesto” al que fueron invitados. Éste lucía radiante al ser decorado con papel picado de diversos colores.

Llevando consigo sus lujosas cadenas y centenarios de oro, Oscar Cazorla explicó que el cartón de cerveza “es el apoyo tradicional que nos da el pueblo porque no se les cobra el ingreso, solamente es el cartón que llevan los hombres y nosotros le damos su botanita y cervezas hasta morir”.

Con un traje de “teca” en color mandarina y con un tocado de listón dorado, Biiniza Carrillo, directora de Políticas Públicas para la Diversidad Sexual de Juchitán, señaló que los “puestos” son espacios donde cada una de las y los 35 muxes miembros de Las intrépidas tienen la obligación de atender de 100 a 150 personas.

A nuestros invitados les ofrecemos una comida, botana y cerveza desde que empieza la fiesta y hasta que termina, y ellos me traen a mí una Guelaguetza, un regalo que va a ser un cartón o una limosna y por ende yo tengo que atenderlos hasta el final de la noche y así es en cada puesto”, mencionó.

La fiesta anual que este año estima Biiniza tuvo una inversión de aproximadamente un millón de pesos, es financiada por una importante marca cervecera, y por el mayordomo, el encargado de organizar el evento.

No obstante, comentó, la comida y la botana que se da en cada “puesto” corre a cuenta de quien lo encabece.

Entre baile, risas y un fuerte viento que azotó la velada, la noche vivió uno de sus momentos más importantes con la pasarela de 30 muxes que han sido reinas en diversos certámenes, las cuales caminaron con seguridad y orgullo de pertenecer a la comunidad originaria de este municipio en el sureste de Oaxaca.

Para dicho acto, las participantes transgénero no escatimaron en gastos y lucieron costosos vestidos que iban desde hermosos trajes juchitecos bordados a mano, hasta elegantes vestidos de noche.

Sin embargo, algunas llevaron la sensualidad más allá y portaron diminutos bikinis.

Además, durante la pasarela se coronó a la nueva reina de la vela quien durante un año portará la corona de Las intrépidas.

Pasadas las dos de la mañana la banda oaxaqueña La Apuesta llenó el aire de música de banda para el deleite de los presentes, quienes con sus coloridos vestuarios provocaron una marea de un sinfín de tonalidades en la pista.

Asimismo, los sones oaxaqueños llevaron a locales y turistas nacionales y extranjeros a un recorrido por la música y el baile tradicional de esta entidad.

Al final de cuentas esta fiesta no es ver cuánta gente viene, sino vernos las mismas año con año, abrazar a una amiga que viene de México, de Campeche, y vernos vivas, ó celebrar la vida”, dijo con una sonrisa la bella muxe Biiniza.

“Donde quiera que pegue un brinco yo, yo siempre caigo parado”, la canción zapoteca del compositor oaxaqueño Máximo Ortiz concluyó la vela de la comunidad muxe, un evento que aboga por la diversidad sexual y que esperará un año para poder volver a inundar de fiesta y alegría al pueblo de Juchitán.