Las autoridades mexicanas frente a Donald Trump, el nuevo presidente de Estados Unidos, deben estar preparadas para lo peor. Él ya ha demostrado, con actitudes y discursos, que es capaz de todo en aras de obtener lo que se propone. En ese horizonte, no en otro, hay que analizar sus políticas hacia México.

El caso de Carrier, la empresa de aire acondicionado, permite ver cómo se traducen los discursos en hechos. De éste todavía no se pueden sacar conclusiones. Es un evento aislado, pero el análisis del mismo permite derivar posibles pautas del comportamiento que en el futuro tendrán tanto las empresas como el nuevo presidente.

Trump, mentiroso compulsivo, anuncia con bombo y platillos que había logrado que la empresa diera marcha atrás y ya no iba a cerrar sus plantas en Indiana, para llevar esa línea de producción a México, donde ya está instalada, y así conservar 1,000 empleos. El ahora vicepresidente electo, Mike Pence, es todavía gobernador de ese estado.

En el anuncio no dijo que el gobierno había concedido a Carrier un plan muy ventajoso que incluye, entre otras cosas, rebajas fiscales anuales de 700,000 dólares que son 7 millones de dólares en los próximos diez años. Esto abre una línea de acción para las empresas. Van a pedir apoyos muy generosos del gobierno estadounidense para quedarse. Con esto compensan costos y dan viabilidad a su negocio.

Tampoco dijo, eso es lo más importante, que Carrier, de todos modos, traslada a México 1,300 empleos. Es cierto que por lo pronto habrá que ver cómo se desarrollan las cosas, ya no vienen los 2,300 empleos anunciados. Lo que parece va a ocurrir es que las empresas, que sean presionadas por el gobierno, una vez negociado apoyos, van a dejar unos empleos en Estados Unidos y otros los van a trasladar a México.

The Wall Street Journal ha dado a conocer que a pesar de la negociación entre la empresa y Trump, ésta cierra una planta de 700 empleos en el mismo Huntington y mueve a México otros 600 empleos de su fábrica en Indianápolis. Trump, según la misma fuente, por lo menos hasta el 2015, fue accionista de Carrier.

Para México son mejor 2,300 que 1,300 empleos. La presión del presidente electo impide que lleguen todos. Lo que ocurre con Carrier puede ser un modelo que vamos a ver en el futuro. Es muy posible que en los próximos años, los del mandato de Trump, a México no van a trasladarse todos los empleos posibles, pero seguirán llegando aunque en menor escala.

La decisión de Trump “es terrible para la vitalidad económica de la nación si las empresas toman decisiones para complacer a los políticos en vez de a los clientes y a los accionistas”, afirma un analista del conservador American Enterprise Institute. La intervención de Trump rompe con el principio, del Partido Republicano, que el gobierno no debe de meterse en el funcionamiento de la economía, porque la distorsiona. Cosas nuevas vamos a ver.

Twitter: @RubenAguilar