En un clima de generalizada inconformidad social ante el inesperado y excesivo aumento en el precio de la gasolina, vimos llegar los primeros días del 2017. Un año que se avizora plagado de dificultades, en donde dos hechos políticos serán determinantes para lo que viene: la bajísima aprobación ( 9% ) de los mexicanos al gobierno de Enrique Peña Nieto, y el arribo de Donald Trump, declarado enemigo de México, a la presidencia de los Estados Unidos, el próximo 20 de enero.
La inconformidad ante el gasolinazo anunciada inicialmente por los organizadores de la sociedad civil, gremios y diversos sindicatos, como acciones de resistencia pacífica, en 27 de las 32 entidades del país, muy pronto se transformaron en bloqueos a carreteras, plantones, marchas, quemas de camiones e incluso el cierre de la garita mexicana en la frontera con San Diego, Estados Unidos, afectando gravemente a la población. El asunto se agravó aún más, cuando apareció el vandalismo y el saqueo a centros comerciales en distintas ciudades del país, evidenciando acciones de rapiña orquestada muy ajena a las manifestaciones de inconformidad ciudadana.
En algunos de los videos analizados, queda clara la complicidad entre los vándalos y la policía; en otros casos por el contrario, se advierten violentos enfrentamientos entre los salteadores y la autoridad policial, como ocurrió en Rosarito, en el Estado de Baja California, con un saldo de varios muertos de la policía estatal.
Sobre los posibles responsables de los excesos derivados del gasolinazo, algunos analistas culpan a la extrema izquierda, concretamente a las huestes de López Obrador, asumiendo su propósito de “agudizar las contradicciones, para desestabilizar al sistema”. Otros culpan al propio gobierno federal de querer provocar miedo en la población, para inhibir con ello que sigan las protestas ciudadanas. Tampoco ha faltado quien quiera ver en la delincuencia organizada, la mano que mece la cuna. En todo caso, hay plena coincidencia en que a rio revuelto, ganancia de pescadores, y hay muchos intereses en juego en la geografía nacional.
Un ambiente de creciente desconfianza de unos con otros, en donde el caso de Veracruz fue, paradójicamente, la excepción. Tras meses de vivir en la total ingobernabilidad, la población veracruzana pudo comprobar que por fin hay gobierno en la entidad. Miguel Angel Yunes Linares enfrentó la crisis derivada del gasolinazo dejando sentir su autoridad. Pidió la llegada de refuerzos federales, entre ellos la gendarmería nacional, para proteger la integridad y paz social de los veracruzanos, y en apenas unas horas, rescató la presa Yuribia en el sur del Estado, tomada por grupos mercenarios que dejaron sin agua a importantes poblaciones, como Coatzacoalcos, en un intento por chantajear al nuevo gobierno estatal, a cambio de dinero, como lo habían hecho con los dos anteriores gobiernos. No reconocer este hecho positivo sería mezquino; de igual forma sería injusto pretender que en unas cuantas semanas, el nuevo gobierno resuelva de tajo, el cúmulo de problemas heredados por años de negligencia y corrupción.
Volviendo al plano nacional, la población mexicana vive una sensación de creciente preocupación y desconfianza que se ha expresado públicamente con motivo del gasolinazo, pero que viene gestándose desde hace meses.
Y no porque la población lleve el seguimiento preciso y detallado de la aprobación de la reforma energética; incluso pocos deben recordar que Peña Nieto ofreció que de ser aprobada ésta, bajarían los precios del gas, la luz y la gasolina. De igual forma, la gran mayoría desconoce que aprobada dicha reforma, el gobierno de Peña Nieto entregó permisos a grandes empresarios nacionales y extranjeros que hoy hacen gran negocio con la importación de gasolinas. Lo que sí saben los mexicanos es que este aumento en el precio de la gasolina y el anunciado para el próximo febrero, repercutirán en un alza generalizada de todos los productos de consumo, incluyendo la canasta básica y las medicinas. Y lo que pega al estómago y a la salud de un pueblo no se resuelve por decreto ni con la firma de acuerdos de buena voluntad.
El panorama ominoso nos dice que la emergencia nacional está a la vuelta de la esquina. Que nadie se llame sorprendido.

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@RebeccArenas