John Foster Dulles, que fue secretario de Estado con el presidente ‘los Estados Unidos no tienen amigos, solo intereses’ y con algunos matices, este es uno de los principios centrales que rigen la política exterior de nuestro vecino del norte.
Y ese trato convenenciero lo podemos esperar tanto de demócratas como de republicanos, no nos vayamos con la finta por favor aquí en México de que unos son más cuates que otros. En el fondo, los políticos de uno y otro partido son iguales, y a veces, me atrevería yo a decir, cuando se trata de principios doctrinales, la Doctrina Monroe por ejemplo, los demócratas han demostrado ser celosos guardianes de ese principio. Un demócrata fue el que dio la orden para que la aviación militar de su país soltara sobre Hiroshima y Nagasaki las dos bombas atómicas que costaron cientos de miles de muertos en ese país.
Por el contrario, fue un republicano el que abolió la esclavitud en los Estados Unidos que benefició principalmente a los esclavos negros, y fue un demócrata el que para evitar la llamada ‘Teoría del dominó’, ordenó la invasión a la República Dominicana para evitar que el comunismo, una coalición política patrocinada por Fidel Castro se apoderara del gobierno de la isla, y ese mismo presidente demócrata fue el que desplegó al mayor número de fuerzas militares de su país en Vietnam con el mismo propósito, me estoy refiriendo a Abraham Lincoln, Harry S. Truman y a Lyndon B. Johnson, el primero republicano y los dos restantes demócratas. Así es que no nos vayamos con la finta de que unos son más buenos que otros y viceversa.
Hay ciertos matices que sí los diferencian como por ejemplo los demócratas son más liberales y abiertos que los republicanos, o sea, para decirlo en guadalupano, unos son menos mochos que los otros o unos son más espantados y mojigatos. Pero esto en cuanto hace creencias personales y en lo que corresponde a moral, pero en cuestión de aspectos doctrinales como ya lo dije atrás, es más lo que los asimila que lo que los diferencia.
Pero hay un pequeño problema en el caso de Trump, que no es un político republicano clásico ni está formado en algunas de las más célebres escuelas de gobierno y de Administración Pública de los Estados Unidos. El caso de este señor es excepcional, se trata de un hombre de negocios, con un relativo éxito en el mundo empresarial, pero dotado de una personalidad irrespetuosa, de outsider, anti establishment, que no encaja en el molde tradicional de los políticos a los que están acostumbrados los estadounidenses, cuya personalidad cala muy bien en los estratos clase medieros y de estratos bajos de los EUA, sectores por supuesto poco instruidos, con un nivel cultural bajo a los que el patrón de desarrollo industrial les viene pegando fuerte desde principios de los años setenta, cuando China se convirtió en la gran maquiladora de nuestro vecino del norte.
Y como Trump no se puede meter con un gigante del tamaño de China, pues se mete con nosotros porque somos el rival más débil y el que tiene más a la mano, sin contar con que la clase política norteamericana toda, siempre nos ha visto como un vecino incómodo, con cierto desprecio y al que ven con desdén por nuestro todavía ostensible subdesarrollo, y entonces este hombre pues nos ha escogido como su blanco perfecto, de seguro pensó y viene pensando en que somos un plato fácil de comer.
A mí lo que me preocupa, no de él sino de nosotros, es que no veo un talento –empezando por nuestro presidente- que haya sabido leer cómo enfrentar a Trump, porque está visto que este tipo no es un hombre de razones y las buenas maneras no van con él. Aquella sarta de pavadas de Videgaray de que “lo invitamos a México para que viera que estaba equivocado en su idea sobre nuestro país”, la verdad es que este señor se pasó de candoroso cuando pensó que Trump se iba a tragar este anzuelo. A Trump las buenas maneras y el exceso de amabilidad con el que lo tratamos aquella vez en Los Pinos no le inspiran la más mínima conmiseración para nuestro país. Nos trae entre ojo y ojo y va a tratar de perjudicarnos a como dé lugar.
Y en México no sabemos cómo descifrar este acertijo, está cabrera.
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@marcogonzalezga