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Excélsior

En una prisión apenas iluminada por lámparas de petróleo, encontramos un grupo de presos sentados en cajones de madera y relajándose con música de cuerdas. De pronto se escuchan gritos y baja el puente colgante con dos personajes que son los próximos a ser juzgados. A Don Quijote se le acusa de ser un poeta idealista y a su fiel escudero, Sancho Panza, de seguirle la corriente al lunático.

Para poder defenderse de la acusación improvisan una obra de teatro en la que narran las aventuras del “Caballero de la triste figura” que lucha contra monstruos, que son molinos de viento en realidad, y dedica sus victorias a su amada Dulcinea, mujer de la vida alegre.

Don Quijote de La Mancha es una de las obras de teatro más conocidas en todo el mundo y el reto del equipo creativo era lograr una puesta en escena que fuera creativa, original y al mismo tiempo reflejara la época de la Inquisición, en donde fue concebida la historia. El punto de partida fueron corrales del siglo XVI para la escenografía, y para el vestuario y maquillaje pinturas de Goya.

Platicamos con el arquitecto y escenógrafo teatral Jorge Ballina sobre cómo se originó la idea.

“Siempre es un trabajo en equipo, hago una propuesta de la escenografía, pero después de varias juntas para analizar la obra y escuchar ideas. En el caso de esta obra fue un proceso de mucha integración general por que los actores mueven la escenografía. El trabajo del director, escenógrafo y coreógrafo fue muy estrecho.

«Varios de los espacios de Don Quijote que se hacen dentro de la cárcel salieron de un taller con los actores, de jugar con cosas. Inclusive ellos mismos diseñaron la escenografía al improvisar, de eso se trata la obra de imaginar un mundo más bonito en una realidad adversa».

Las escenas están ubicadas en la cárcel que parece taberna, el hostal, los campos de batalla, corrales… utilizando palos y telas para crear la magia escénica.

«Está, por un lado, el contenedor que es la cárcel realista con los puentes colgantes que se mueven. Y, por otro lado, los objetos que ellos manipulan para crear los espacios de ficción dentro de la cárcel. Con los mismos palos, telas, escalera y eso fue lo que hicimos en el taller, improvisar. ¿Y ahora cómo hacemos los caballos y el molino? Con los objetos que yo llevaba salieron cosas mucho más interesantes que lo que se nos había ocurrido originalmente».

En algunos casos se elaboran maquetas de la escenografía, este no fue el caso.

«No hice una maqueta física sino en tercera dimensión en la computadora, que se iba ajustando a las escenas. En realidad mucho se trabajó con las cosas en el salón de ensayos, fue un proceso más orgánico con muchas propuestas de los actores».

El Hombre de La Mancha es un musical para todo público que se escenifica en el Teatro Insurgentes (Insurgentes Sur 1587), de jueves a domingo.