Chavelita Vargas lo dijo: “Lo supe siempre. No hay nadie que aguante la libertad ajena; a nadie le gusta vivir con una persona libre. Si eres libre ése es el precio que tienes que pagar: la soledad”. Palabras que comparto y no sé a quién más le quede el saco, el caso es que cada día aumenta la soledad, no la soledad creativa, la que busca el camino hacia la espiritualidad, el amor compartido aún en el aislamiento, con “un buzón en el desierto”, no recuerdo quien lo dijo; sino aquella que suena y apesta a encierro, a indiferencia, egoísmo embarrado con lo más bajo del ser humano.

Dhruv Khullar señaló que el aislamiento social es una epidemia en aumento; cada vez se reconocen más sus nefastas consecuencias a nivel físico, mental y emocional. Desde los años ochenta, el porcentaje de estadounidenses adultos que dicen estar solos se ha duplicado de 20 a 40 por ciento. Pero eso en Estados Unidos, aquí en México, como todo le copiamos al vecino, ¿será igual o vamos por el mismo camino?

No sé si la soledad vaya in crescendo en nuestro país, pero advierto cierto incremento de la indiferencia y el encierro en nosotros mismos que nos vale madres lo que pasa a nuestro alrededor. Ese fenómeno que partir de Trump dizque despertó nuestro sentimiento nacional y patriotismo, eso de “Hecho en México”, me parece un juego mediático perverso de alguien que sí sabe mover las masas. ¿Aún nos manipulan y han hecho que reaccionemos así? Hay una situación difícil, sí, pero esa reacción en cadena de los mexicanos, sólo porque alguien así lo dijo, de poner banderitas por doquier, por favor. Allá arriba están haciendo los negocios, y nosotros con chingaderitas de tricolores hasta en las uñas, y consumir lo que México produce. Ta güeno, pero que no sea una moda. ¿Mañana qué chingaos? ¿Hacia a dónde vamos? ¿Dónde los jijos de la chin que nos han robado desde hace sexenios y sexenios?

Hay que actuar, romper el muro de la ignorancia, de nuestras mentes enfermizas, sometidas, enajenadas, ciegas, del conformismo, del confort para pocos, por que por mucho que digamos y creamos que nos unimos para que no pongan el muro y todas las pendejadas (ciertas o no) que dice Trump hará, aquí seguimos igual: ricos más ricos; pobres más pobres, y más…

En cuento a la soledad, Francisca Expósito y Miguel Moya mencionan que “si una persona cree que la soledad se debe a causas internas de quien la padece, como ser tímida o poco atractiva, se comportará de una manera diferente de aquel otro preceptor social que atribuya la soledad a una causa esporádica y/o contextual, como haberse trasladado a otra ciudad o haber enviudado”.

Me quedo con Woody Allen: “Hay un viejo chiste: dos mujeres mayores están en un hotel de alta montaña y una comenta, “¡Vaya, aquí la comida es realmente terrible!”, y contesta la otra: “¡Y además las raciones son muy pequeñas!”. Pues básicamente así es como me parece la vida, llena de soledad, histeria, sufrimiento, tristeza y, sin embargo, se acaba demasiado deprisa”.

¿Cuándo en contra de lo “Hecho en China”? Por mencionar sólo a ese país. Congruencia, Chano y Chon, ¿o no?

De cinismo y anexas

Escribió Umberto Eco: «Las redes sociales han generado una invasión de imbéciles que le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los necios».

Ahí se ven.