*De Machado: “En el corazón tenía la espina de una pasión. Logré arrancármela un día: ya no siento el corazón. Camelot.

LA CEAPP EN CORDOBA Y EDEL ALVAREZ PEÑA

Miércoles por la mañana. Asisto a Córdoba a la reunión de Comunicación para la Democracia, que el periodista Hugo Morales Alejo convocó a reporteros, asociaciones, grupos como Morena y otros partidos políticos, mujeres en el poder y sin él, y los que quisieran asistir. Me apersoné como representante de la CEAPP (Comisión Estatal para la atención y Protección de los Periodistas), tomé el micro y les di la bienvenida. Hubo buena asistencia, hubo buenos temas, los periodistas buscan sus mejores herramientas de comunicación, y así lo logran, entre ellos cruzando información y consejos. Poco antes, allí mismo había un revuelo. Pensé de inmediato que algún picudo había llegado. Cuando uno ve a reporteros y fotógrafos congregarse, es que alguien de importancia llegó. Le vi y me acerqué a saludarle. Era el Magistrado Presidente, Edel Álvarez Peña, que reunía a abogados y a la gente de esa área en un desayuno en los Portales de Zevallos, allí mismo donde se firmaron los Tratados de Córdoba y el Virrey O’ Donojú y don Agustín de Iturbide, nuestro Emperador, desanudaron un nudo gordiano que no podía desanudar nadie. Y se forjó la Independencia, que hoy quiere maltratar Trump (pelos de elote). Edel anda en las encomiendas de su poder. Uno de los tres poderes. Actualiza y pone orden y dicta las mejores normas para que este estado tenga una verdadera procuración de justicia. Hay mucha maldad por doquier, y todos debemos sumarnos a esos esfuerzos. De que todas las áreas trabajen a su máxima capacidad y a su máxima honradez y eficiencia, y condenar a los malos y aplicarles todo el peso de la ley, cuando delincan. Si se puede. Nos saludamos y nos despedimos y aprovechamos para la foto del recuerdo. Edel es una gente de muchos años de trabajo en el sector público. Sabrá hacer bien el suyo.

LA TIENDA QUE IRRITO A LOS TRUMP

Conozco una de las cientos de tiendas Nordstrom, que debían llamarse Nords-Trump, porque una vez, en San Diego, California, acompañé a un amigo que había comprado unos lentes y unos zapatos y la anécdota tiene su historia. Los zapatos, mi amigo ya los había usado, creo que como cinco días, no le gustaron porque le apretaron un poco y había que huirle a los callos y los juanetes, en esa misma tienda compró un par de lentes que, al sentarse por error en su auto, los había aplastado. Acompáñame, me dijo como Enrique Guzmán a la Rocío Dúrcal, y allí nos tenéis rumbo a esa californiana tienda, cuando yo le insistía que no le cambarían nada, pues, en primera, los zapatos habían caminado unas gringas cuadras y los lentes se rompieron por descuido. Para mi sorpresa, cuando llegamos una empleada atenta, todo lo contrario que el maloso Trump, al mostrarle el par de zapatos y los dos lentes de marca, le dijo así, con inspirado acento: “En un momento se los cambio”. Enmudecí. Pensé que vivía en otro mundo. Aquí no les hacen caso ni aunque lleves a los inútiles de Profeco. Debo entender que, por su tamaño, esas tiendas tienen un poder de compra brutal, que el proveedor no tiene problemas en cambiarlas. Mi amigo, todo sonriente me dijo afuera de la tienda: “Ya ves que sí se pudo”. Estando en Nueva York, un día después de la elección, donde ‘pelos de elote’ ganó la poderosa presidencia de Estados Unidos, me fui de picnic a la Torre Trump, una torre de 58 pisos, toda de cristal, a informar lo que se podía para Crónica de Tierra Blanca y XEJF Radio. Íbamos de duelo, de luto, agüitados porque Hillary había perdido, y sabíamos, como ocurrió después, que venían malos tiempos para los mexicanos inmigrantes y para México y su presidente apanicado. He contado la odisea de cuando no nos querían dejar pasar la poli y el Servicio Secreto, porque esa torre de la Quinta Avenida en Nueva York está resguardada como si allí viviera el Emir de Dubái, si es que Dubái tiene Emir. Ayer mismo en el noticiero de la Maerker, reveló que la protección policiaca de esa torre les cuesta a los contribuyentes 500 mil dólares al mes o diario, para Ripley. En ese sitio, en el piso de abajo donde están los restaurantes y una tienda de souvenirs, aparece la tienda de Ivanka, donde ofertan joyería fina, digna de los magnates empresarios de nueve ceros en sus chequeras. La vimos de reojo, casi pasamos a su lado con gran indiferencia, y nos metimos al segundo piso por las escaleras eléctricas, donde hay un café Starbucks, para un café de esos de 14 dolares si nos alcanzaba, para las joyas nanáis. La Casa Blanca del maloso montó en cólera cuando esa tienda Nordstrom retiró la joyería y la ropa de Ivanka porque, entre otras cosas, no hay mercado. Es decir, la hija presidencial podrá sentarse y tomarse una foto en el Salón Oval, pero de ahí a que los consumidores quieran ser como ella al portar la ropa, mengua un año de distancia. Fue retirada y a otro cosa, mariposa. No llores por mí, Argentina.

Visítenos: www.gilbertohaazdiez.com