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El Demócrata

Eran las nueve de la noche, las luces se apagan y se hace un silencio, pocos hablan, sólo se pueden ver los teléfonos encendidos queriendo capturar algo que no saben en qué momento sucederá y de cuando en cuando se escucha un grito entre el silencio.

Los teléfonos se apagan uno a uno, la impaciencia hace su parte y se escucha “Carlos, Carlos”, nuevamente se encienden las luces para dar paso a los músicos que se acomodan; la pantalla se enciende junto con los ánimos de los presentes.

Los primeros acordes son la bienvenida, el “Yo creo” está en Xalapa y, se siente.

Carlos Rivera está en el escenario, se hace acompañar de dos coristas y diez músicos.

“Quizás, quizás” fue el segundo tema en qué demostró que es un artista completo, ya que aunque con un escenario escaso, la actuación, canto y baile no demeritaban el espectáculo.

Muy buenas noches Xalapa, fueron las primeras palabras, “estoy muy feliz por haber estado aquí en un concierto, anteriormente estuve en un festival de radio, así que imagínate Xalapa las ganas que te traigo”.

Recordó a Juan Gabriel con un popurrí, que dijo, para que el Divo viva por siempre; con “La muerte del palomo”, Carlos Rivera dio muestra de que puede cantar más de un género musical.

“No soy el aire, tú seguirás viviendo cuando yo me marche (…) nadie se ha muerto con el filo de un adiós” un homenaje a las buenas interpretaciones, de esas que se hacen más que con la voz, salen del alma.

“Resulta que en el disco anterior yo pude grabar las canciones que yo escribía, pasaron cosas maravillosas después de eso, y están en este disco. Yo creo, que da nombre este tour”, dijo el de Huamantla.

De sus experiencias contó que a los ocho años vio la película de “El Rey León”, su paso por la “Academia” y cuando llegó a participar en la obra de “El Rey León” en España y, es aquí donde le dijo al público, “que nadie te diga que no puedes”.

El espectáculo se compuso de tres partes, la primera con pop y un toque mexicano. En la segunda parte Carlos Rivera sale con los pies desnudos, esta sección del concierto se antoja más reflexiva, madura, trascendente, luego se da paso a la tercera parte es algo más movida aunque el estilo romántico del exacademico no se oculta.

Fueron un poco más de dos horas y media de concierto en que hubo temas de toda su trayectoria, nada quedó a deber, Carlos Rivera se entregó a su público.