Estamos en pleno proceso electoral municipal y en estos días se están dando los procesos internos para elegir candidatos a Alcaldes en todos los Partidos Políticos con registro, para el PRI, ardua y complicada tarea, cuando los aspirantes tienen serias dudas sobre la conveniencia, o no, de participar bajo las siglas de un partido que de acuerdo a las encuestas y sondeos de opinión es el que presenta la menor intención de voto, situación que obliga a sus dirigentes a evaluar muy seriamente a los aspirantes que se registraron en su proceso interno, pues son estos y no el partido, los que deberán llevar los votos necesarios a las urnas el próximo 4 de junio para obtener el triunfo, por lo que es imperioso postular personas con una intachable imagen, desvinculados de los grupos que, a golpe de corruptelas, prepotencia, insensibilidad e impunidad, han denigrado la imagen del partido, colocándolo en la peor situación que se recuerde de cara al electorado.
Por su parte MORENA, partido que por primera vez participa en un proceso electoral municipal en Veracruz, y donde, en virtud de la alta intención de voto manifestada a su favor en los sondeos de opinión pública, se ha convertido en un receptáculo de políticos de todos los partidos que buscan treparse a tiempo en ese barco con miras a la elección Presidencial de 2018, por lo que, de igual forma se les ha complicado su proceso interno pues, no teniendo, como partido, una militancia histórica y cuadros forjados en la lucha electoral, resulta complicado decidir quién o quienes merecen la oportunidad de ser abanderados, vamos, ni siquiera el argumento de arribistas u oportunistas cabe para rechazar aspiraciones, pues en un partido nuevo como MORENA no hay antecedentes que evaluar y todos terminan siendo militantes de ocasión.
Así las cosas, la lucha interna de los partidos se está dando entre personajes que vienen de otros partidos, miembros de la sociedad civil, ya sea surgidos de la empresa o de la academia, sin ninguna experiencia previa, salvo casos como el del candidato del PRI en Jalapa que se presenta ante el electorado con una vasta trayectoria administrativa y de representación popular, así como en el ámbito empresarial, trayectoria que en otros tiempos significaría garantía de triunfo pero que hoy en día al electorado no le dice nada, únicamente que solo representa más de lo mismo.
PAN-PRD, por su parte, representan la corriente en el poder, de la que habría que esperar todo el respaldo del gobierno para obtener el triunfo, empezando por el Puerto de Veracruz, donde participará nada menos que el hijo del Gobernador y líder de la corriente.
En este último caso, es de analizar si el electorado mantendrá su respaldo a los ganadores de la elección de 2016 o si, en su momento, el día de la elección, 4 de junio, 6 meses de administración serán suficientes para que el desencanto ciudadano se haga presente ante la falta de resultados, pues no debemos olvidar que a los ciudadanos no les interesan las causas que ocasionan la falta de avances, llámese deuda, desastre administrativo, impacto de la delincuencia, impunidad, etc., solo les interesan los resultados y condenan las promesas incumplidas sin importar las circunstancias que hayan ocasionado el incumplimiento, por lo que no valen pretextos.
Evidentemente que el hecho de que a la corriente gobernante le vaya mal no implicaría forzosamente que esto beneficiaría al PRI, pues los ciudadanos tienen otras opciones para ejercer un voto de castigo, como son: MORENA, MC y PT.
De ahí nuestra insistencia en el sentido de la dificultad que representa esta elección para el PRI, y particularmente pera Renato Alarcón, pues aunada a la difícil situación que impera para el PRI por la pésima imagen que le heredaron las pasadas administraciones, está el inconcebible desinterés de los liderazgos nacionales del partido, tanto en “Los Pinos” como en Bucareli e Insurgentes Nte., donde al parecer solo consideran importantes las elecciones a Gobernador, en Coahuila, Nayarit y Estado de México, principalmente esta última.