“¿Y tu mujer?”, siempre que nos encontrábamos me saludaba así, pues aunque participábamos con ella del mismo afecto, se identificaba con mi esposa Elsa en su calidad compartida de xalapeñas guapas, conquistadas en el mejor sentido de la palabra por sendos extraños nacidos en otras tierras, con más buen gusto que imaginación.
Yo le contestaba lo que correspondía en el momento, y sabía que después del “Me la saludas mucho”, su voz grave e indistinta iba a empezar a recorrer algún problema de la ciudad, lo que era la preocupación constante de la arquitecta Gela Frutis Díaz-Conti de Lara, todo un ícono en la historia de la conservación de todo lo mejor de Xalapa; ícono en el mismo sentido que lo fue otro amigo entrañable, David Bouchez, a quien también tanto le debe -en lo gastronómico y en lo social- nuestra historia inmediata.
Cuando Leonor de la Miyar nos contó el sábado 11 que Gela acababa de fallecer, víctima de un cáncer implacable, quedamos consternados. Elsa sólo alcanzaba a repetir “¡Qué barbaridad!”, hasta el infinito de su congoja, y de ahí fuimos consolando la pena hasta que logramos estacionarnos en el recuerdo abrigador de la amiga ya ida:
Gela Frutis era toda pasión a la hora de emitir opiniones y más se apasionaba cuando ejercía su visión crítica, que era contundente, lógica, inexpugnable. Bueno, crítica siempre era, porque su discurso permanente eran los problemas que asolaban a la capital, y se iba contra las autoridades municipales, contra los funcionarios del gobierno, contra todos los que ostentaban un cargo público y no hacían lo que debían.
Pero si su voz era grave y altanera, decía además las cosas sin pelos en la lengua y sin cola que le pisaran. En charlas personales, en corrillos, en reuniones, en foros, Gela Frutis siempre esgrimió la razón en favor de la causa xalapeña.
Fue la primera Directora de Ecología que hubo en el estado, muy joven ella, apenas salida del cascarón de la Facultad de Arquitectura de la UV, en donde era muy reconocida. Rafael Hernández Ochoa algo había visto en ella que se animó a nombrarla en el puesto que inauguraba esa área gubernamental.
Y ahí empezó el despegue profesional de Gela, porque desempeñó esa responsabilidad con energía, con elegancia y con resultados. Ella logró poner el pie de casa para las acciones en pro del medio ambiente que ahora son parte de nuestra geografía política en el ámbito estatal.
Y una vez concluida con éxito su delicada misión primera, la hija de don Beto Frutis -que fue por décadas el dueño de la casa de fotografía más importante de la ciudad- pasó de la conservación del medio a la conservación de su medio inmediato, su terruño querido, porque se convirtió en sempiterna y emocionada participante del comité del centro histórico de Xalapa, en donde su palabra se convirtió en ley y su presencia siempre fue infaltable.
La vamos a extrañar; vamos a querer encontrarla una vez más en alguna calle xalapeña, acompañada de su queridísimo esposo, Gonzalo Lara Gómez, a quien le enviamos nuestro más sentido pésame y la solidaridad de amigos de tantos años.
No entiendo las elecciones del cáncer, que se lleva a personas valiosas y deja en la tierra a tantas lacras, pero así es la vida y hoy le tocó dejarla, adelantarse, a la mejor amiga de Xalapa, a la arquitecta Gela Frutis Díaz-Conti de Lara, que en paz descansa en su propia tierra… que tanto amó… que tanto la amó.
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