Por Ramón Durón Ruíz (†)

Estimado lector, afectuosamente me permito compartirte la siguiente historia: “Arcamelo veía las noticias de la noche. Ninguna novedad, lo mismo de siempre: asaltos, secuestros, muertes, abandono de bebés, violaciones, bloqueos de autopistas y calles; sólo le causó inquietud un terremoto que había devastado un país, cuya exacta ubicación desconocía.
Con paso cansino se levantó del sillón, fue a la habitación de sus hijos, sin encender la luz se dirigió al librero, tomó entre sus manos el globo terráqueo. Salía sigilosamente de la recámara, cuando tropezó con una mochila abalanzándose contra la puerta, derribando a su paso todo objeto que se le atravesó, ante descomunal ruido su hijo menor despertó, y al verlo con el globo terráqueo en sus manos, le dijo:
––¿Qué haces con mi mundo, papá?”
En pleno siglo XXI, en un concierto mundial de desencuentros llenos de fanatismos, violencia, terrorismo, desaliento, desequilibrio ecológico, ésa es la pregunta que debemos formularnos: ¿Qué hacemos con el mundo de nuestros hijos?
El querido y mal logrado Luis Donaldo Colosio(†), excepcional líder y vanguardista de su tiempo, parafraseando a Miguel de Unamuno dijo: “La tierra no es herencia de nuestros padres; es préstamo de nuestros hijos”.
Y cito a Luis Donaldo Colosio Murrieta, porque HOY nuestra patria vuelve a llorar su partida; aquel norteño de sencilla personalidad, entró a la historia por los cambios y por las aspiraciones que planteaba a una nación que él veía con sed y hambre de justicia. Fue uno de los políticos que más ha impactado al México moderno, por su integridad, actitud y temple.
“La alternancia democrática debiera ser el estallido de lo diverso, pues en la diversidad está la cimiente de un país pleno de riqueza cultural y pluralidad”, pues en ella nuestros políticos han sido incapaces de aprender de la historia, de recordar que con Hidalgo hubo una generación que fraguó la Independencia, con Juárez la generación de oro de la Reforma, con Zapata la generación de las reivindicaciones sociales, con Cárdenas la generación de la defensa de “lo nuestro”.
Si Colosio es bienquerido y recordado, es porque quería ser líder del cambio, diseñar un nuevo horizonte para México, garantizar la paz, fortalecer la unidad nacional y buscar los nuevos estadios de progreso que hasta ahora no se han alcanzado.
Fue un hombre que sumó entorno a su proyecto de nación, a un número considerable de políticos –de distintas corrientes–, que ante la estupidez de su asesinato lloraron su lamentable partida, sabiendo que con él, el país perdía una generación de excepcionales mexicanos.
Colosio era un político lleno de calidad humana, siempre sumaba, convocaba a debatir ideas, no a descalificar personas, luchaba por el desarrollo regional, pugnaba por la perspectiva comunitaria, quería llegar hasta sus últimas consecuencias en la lucha contra la pobreza. Tenía como propósito encabezar un gobierno cercano a la gente, donde la iniciativa popular fuera el eje fundamental de su gobierno.
Hay una anécdota que refleja la natural sencillez de Luis Donaldo:
“Un día, un diputado, al escuchar un comentario desfavorable que se hizo acerca del sonorense, comentó:
–– Colosio tiene un origen muy humilde. Pongo sólo un ejemplo. Cuando vino por vez primera a la ciudad, pasó en la carretera por Azcapotzalco. Desde ahí se veía la flama de los quemadores de la refinería. Colosio preguntó qué era eso; su amigo de viaje le jugó una broma y le dijo que era el anuncio de un encendedor; nunca había salido de Magdalena y lo creyó durante un buen tiempo, lo más interesante –agregó el diputado– es que Colosio platicaba esto y no se avergonzaba” 1
1http://www.bibliotecas.tv/colosio/amigos/edmundo_gonzalez_llaca.htm
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