Como se esperaba, porque siempre ha sido así, la efervescencia clásica de las elecciones para los 212 gobiernos municipales veracruzanos, está comenzando a presentarse con una muy interesante peculiaridad, una gran pobreza de parte de los partidos políticos participantes en cuanto a candidatos.
Pobreza, no desde el punto de vista económica de todos los que desean contender, pues por lo general este tipo de candidatos siempre tienen para dar y prestar, pues si no fuera así, como le harían para pagar todos los gastos que se tienen que hacer para obtener la nominación del partido por el cual desean contender, así como lo que corresponde a las precampañas y posteriormente a las costosas campañas.
La pobreza no es de los contendientes, es de los partidos políticos participantes. Y tampoco es que éstos no tengan dinero para el proceso electoral, pues para desgracia de todos los mexicanos, las llamadas prerrogativas, que son bastantes jugosas y que han enriquecido a más de un “dirigente” partidista, salen de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos y que generalmente estamos en contra de los “elegidos” por cada partido político para participar en los procesos electorales.
Es la gran pobreza que tiene la mayoría de cada partido político de este país, en cuanto a la calidad de sus militantes. Pues la mayor parte de éstos, sino es que todos, la tienen que soportar debido a que su antidemocrática vida interna, sus corruptelas, y arreglos en lo obscurito, que van, desde la venta de cada candidatura, hasta la imposición de familiares, amiguitas y amiguitos a las y los cuales se tiene que beneficiar por así haberlo prometido, durante la negociación y al inicio de la relación. Es lo que realmente ha provocado la pobreza de cuadros al interior de cada instituto político.
Es por lo anterior que no debe extrañarse el electorado veracruzano, en cuanto al reciclamiento de candidatos, siendo algunos de ellos, lo que se llama “cartucho quemado” en algún otro partido, o integrantes de las corruptas administraciones estatales anteriores de esta entidad o simplemente los conocidos “chapulines” de la política veracruzana.
Si cada partido político en realidad se diera a la tarea de aceptar como militantes a personas que verdaderamente tienen el deseo de trabajar en la administración pública -trabajar en la administración pública, no robar- desde que cualquier persona tratará de formar parte de cualquier partido, le debería hacer una serie de exámenes que tuvieran como objetivo encontrar este deseo, además de ponerlo a prueba durante algún tiempo desempeñando este tipo de trabajo, para saber si le gusta y no regalar credenciales al por mayor, para después tratar de apantallar a los incautos con que su padrón de militantes es el más grande.
En otras palabras que hubiera una especie de carrera política partidista en la que cada militante con el paso del tiempo pudiera ocupar las posiciones superiores por habérselas ganado, tanto con trabajo, como con capacidad en conocimientos y desarrollo político. Lo que para la mayoría de los que actualmente se ostentan como “políticos” puede sonar utópico. Pero esta utopía es la única forma de llegar a tener partidos políticos reales, fuertes, verdaderos. Y no pase lo que en la actualidad, que de dirigente de cualquiera de estos se designe por dedazo algún amigo, el que generalmente llega al cargo rodeado de más amigos y estos de otros más. Que generalmente no conocen nada del trabajo partidista, el cual es muy pesado y difícil, pero desplazan a los que ya están ahí, desarrollando bien su trabajo y al correrlos echan todo a perder.
Ésta a grandes rasgos es la triste realidad de los partidos políticos de México, por lo que es muy difícil que puedan llegar a tener cuadros políticos importantes para las contiendas electorales y siempre tienen que improvisar con las consecuencias lamentables que todos hemos sufrido y conocido. Hasta el viernes. noti-sigloxxi@nullhotmail.com (Fech. Púb. Miér. 29-marzo-17)