“¿Por qué no le dais a la gente libros sobre Dios?”. Por la misma razón por la que no le damos Otelo; son viejos, tratan sobre el Dios de hace cien años, no sobre el Dios de hoy. “Pero Dios no cambia”. Los hombres, sin embargo, sí. Aldous Huxley, ‘Un mundo feliz’.

Renovarse o morir.

Sartori decía que el ‘homo sapiens’ es un ser caracterizado por la reflexión, por su capacidad para pensar y para generar abstracciones, por el contrario, ¡el homo videns se está convirtiendo en una criatura que mira pero que no piensa, que ve pero que no entiende! Es cierto, sin duda. Sin embargo creo que depende de lo que se ve y se observa. Para m no hay la menor duda de que el sentido más importante de los seres humanos es el de la vista. Por los ojos nos entra el mundo, por los ojos empezamos a socializar con nuestro entorno inmediato, empezamos a distinguir como familiares a nuestra madre, a nuestro padre, hermanos y, en general, al mundo próximo que nos rodea.

Por supuesto mi intención no es rebatir o contradecir al gran italiano que fue Giovanni Sartori (Florencia, Italia, 13 de mayo de 1924), que murió ayer a los 92 años de una larga vida muy productiva en el terreno del pensamiento crítico, sobre todo sobre la añeja cuestión de la democracia y sobre como las sociedades actuales han sido condicionadas por la televisión, sobre todo porque, decía el florentino, el mundo de hoy está cimentado sobre la visión de hombres que crecieron y se educaron ante la pantalla (vídeo-niño) de un televisor, cosa tan nociva que se dio en la mayoría de los infantes del mundo desarrollado, incluso antes de saber leer y escribir.

Nadie puede negar que en muchos hogares preponderaba la imagen, lo visible sobre lo inteligible, dicho de otra manera, se aprendió a ver como algo instintivo sin que necesariamente lo que se estaba viendo se entendía, de ahí aquella noción de que la televisión, o mejor dicho, ciertas televisiones ‘embrutecían’, caso Televisa, por ejemplo, idea a la que contribuyó aún más aquella sentencia emitida por Carlos Monsiváis allá por los años ochenta, de que esa televisora era la verdadera Secretaría de Educación Pública, la idea de la llamada ‘telecracia’, de la video-política y del poder político de la televisión que era tanto, que era capaz de imponer a un presidente de la República, cosas para las cuales diría –oxímoron-, que sí, pero no, hay matices y todo es de acuerdo con el cristal con que se mira.

Sartori fue antes que nada un gran pensador teórico. Él y Robert Dahl, el teórico norteamericano de la Universidad de Yale, quizá fueron los que más debatieron, reflexionaron y escribieron sobre el tema de la democracia, sus distintas aristas, ángulos y puntos de vista. Pero Sartori, a diferencia de Dahl, también abarcó en sus reflexiones al caso mexicano, por supuesto el correspondiente al conocido como el ‘viejo régimen’, cuando el PRI dominaba la escena política nacional y era considerado ese sistema político (mexicano) como de partido único. La democracia mexicana en ese entonces, y lo digo entrecomillando y subrayando, se consideraba como tal al menos en las formas, pero era un sistema diseñado para que siempre ganara el PRI, recordemos las elecciones de Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo y de Miguel de la Madrid, por hablar de una época reciente, elecciones que tenían mucho de simulación.

Sartori además de su brillantez, aunaba a esta un sentido del humor propio de los genios. Cuenta Leo Zuckermann que una vez que tomó clases con el italiano en Stanford, les encargó a sus alumnos de ciencias políticas que leyeran precisamente ese gran trabajo de Dahl ‘On Democracy’, y les encargó un resumen sobre el mismo. Todos presentaron sus ‘papers’ tal como lo había ordenado Sartori y, al final de la clase les preguntó que qué les había parecido el texto ya clásico de Dahl, a lo que todos dijeron que les había parecido extraordinario, cosa que compartió Sartori, “nada más que hay una cosa”, les dijo el italiano, “el ensayo es verdaderamente brillante, pero Dahl está equivocado”, por supuesto que todos soltaron una carcajada y le aplaudieron al maestro.

Yo he visto mucha televisión en mi vida, me encantan las series policiacas y los programas de opinión inteligentes, y no creo que la televisión me haya ‘embrutecido’, ni que me haya influenciado para votar por tal o cual candidato, pero yo ya estoy en otra etapa, la del ‘homo media’, o mejor dicho en la del ‘homo multimedia’. No sé qué va a ser de mi vida el día que ya no pueda accionar mi PC, espero que ese día me llegue lo más tarde posible.

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@marcogonzalezga