Cuentan que hace muchos años, pero muchos años, estos días eran muy especiales en las casas porque con el inicio de Semana Santa, los niños y hasta los adultos tenían algunas prohibiciones: No se podía sintonizar la radio, no se podía escuchar música, cantar, o hacer alharaca. Eran días de guardar luto total, de silencio, de reflexión y oración.
También estaba muy penalizado ir a nadar en Viernes Santo, a pesar de los tremendos calores que son propios de estos días de primavera… pues se tenía la creencia que se podría convertir uno en pez o Sirena.
Algunas creencias o mitos eran verdaderamente extremos, como el evitar vestir de rojo, pues era el color de la bestia; o no usar clavos, objetos del sufrimiento de Cristo.
Aunque el mayor y más doloroso de los mitos en los adultos, creo yo, era no tener relaciones sexuales, pues lo primero que contaban es que se podían quedar pegados ¡hasta la Pascua!
El abuelo decía que por esa razón no había celebraciones matrimoniales en esas fechas.
Aún en estos días, está prohibidísimo comer carne roja, que ya al paso de los años entendimos que más que evitar echarse un buen bistec, era no tener relaciones sexuales.
El único día permisible para romper la tensión era el sábado de Gloria, donde salías a la calle bajo el riesgo de regresar empapado tras haber sucumbido a los cubetazos…
Hoy, muchas de estas cosas se han perdido. En muchas familias, el concepto de Semana Santa es muy preciso: ¡son vacaciones! ¡hay más música! ¡escuchamos la radio, vemos tele y nos ponemos al corriente con nuestras series favoritas!, y lo nuevo: ¡estamos al pendiente de las redes sociales y hasta de los memes de la semana mayor!
Y del sábado de Gloria permisible, acabó todo en una semana de pachanga, donde lo que más buscamos son los cubetazos ¡pero de chelas! Y ustedes ¿guardan los días santos?

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