«Dialogó permanentemente. Ser social compartido, su aprendizaje cotidiano sería el estar atento y escuchar con interés el pensamiento de los demás. Costumbre filosofal sería siempre del lugar donde tomara su primer alimento hasta la oficina, jamá dejaría de saludar al bolero, al chacharero, al amigo, al vecino, al conocido que se le acercaba a plantearle sus inquietudes, sus dudas y sus propuestas. El maestro Guillermo Zúñiga Martínez les escuchaba, caminaba y volvía a escuchar, y ello era reconfortante para la persona». Es parte de lo que escribe Felipe Bustos García.