1. Era Manuel Silva Aguirre el flamante Director de Inversión Pública en el Gobierno de Agustín Acosta Lagunes cuando un domingo por la mañana, muy temprano, recibió en su casa una llamada de la oficina del Gobernador: debía presentarse de inmediato en Palacio de Gobierno para llevar una información que necesitaba el mandatario.
El licenciado Silva se aprestaba en ese momento a ir a jugar tenis, por lo que estaba enfundado en pants. Como ya sabía de las premuras de don Agustín cuando requería algún trabajo, se subió a su vehículo tal cual estaba y se dirigió rápidamente al centro de la ciudad.
Llegó, entró directo al despacho en donde lo esperaba el Gobernador y resolvió a satisfacción las solicitudes de información.
Don Agustín le agradeció superficialmente (nunca fue hombre de elogios) y de dijo que podía marcharse. Pero cuando Manuel Silva estaba por cruzar el dintel, su jefe le hizo una observación:
—Ah, licenciado Silva, por respeto, cuando acuda a la oficina del Gobernador, venga siempre vestido de traje y con corbata. ¡Aunque sea domingo!

2. Don Fernando Gutiérrez Barrios era la versión más política y varonil de un metrosexual. Cuidaba al máximo su apariencia, siempre con trajes impecables, sin una mancha ni una arruga.
Cuando vestía de guayabera blanca y paliacate al cuello lograba la hazaña de mantener sin ajaduras el lino de su vestimenta.
Alguna vez tuve la oportunidad de preguntarle a qué se debía que pusiera tanto empeño en su imagen y él aceptó el cuestionamiento con naturalidad. La respuesta fue breve y concisa:
—Es por respeto al cargo que me encomendaron mis paisanos, mi joven amigo. Como Gobernador, represento a todos los veracruzanos, y lo menos que puedo hacer es vestir con decoro. Ah, y eso también se lo exijo a mis colaboradores…

3. El Fiscal no es un policía, sino el representante legal del Gobierno del Estado. El cargo tiene una investidura especial, pues implica la legalidad, la formalidad, la seriedad.
Por eso pienso en don Agustín y en don Fernando cuando veo llegar a don Jorge Winckler a la Fiscalía o a algún evento enfundado en una camiseta de algodón, recién salido de las playas boquenses, muy a modo para un calor que él no sufre en sus oficinas y sus vehículos climatizados.
Vestir con decoro…

4. Vemos caminar al Coordinador de Comunicación Social del Gobierno del Estado con displicencia por el centro de la ciudad, calza unas zapatillas de goma, usa un pantalón medio ajado, camisa informal y en la espalda una mochila de adolescente de secundaria, negra y con algunas aplicaciones que no se alcanzan a distinguir.
Viene seguramente de su oficina, en donde viste así cotidianamente, y tal vez se deja la maleta como parte de su outfit; viene de esa oficina en la que seguramente NO recibió a ningún periodista ni redactó personalmente algún comunicado, como debiera ser su función.
Es el “sencillo” Elías Assad, que transita como si estuviera en el malecón de Boca, tan añorado.

Ah, el recuerdo de “la forma es fondo”; ah, la nostalgia de alguien que “vista y calce regular”.
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