Primero, todos los partidos políticos comparten problemáticas comunes y enfrentan los mismos retos. Necesitan cambios apremiantes de discurso. Requieren revisar su mensaje, mucho me temo que ya no están teniendo la penetración que en otro momento tuvieron en los electores. Se necesita revisar su viabilidad y pertinencia.
Segundo, lo primero que tendrían que hacer es reconocer un desempeño que no está respondiendo a las expectativas que los ciudadanos exigimos de ellos.
Tercero, una cosa es la marca y otra la militancia. Ante el desprestigio de las cúpulas partidistas, la primera que resulta perjudicada injustamente es la militancia, pero los partidos están compuestos mayoritariamente por gente positiva, que se la juega por los colores partidistas en cada uno de sus respectivos ámbitos de acción, que quiere que al país en su conjunto le vaya bien.
Cuarto, ningún partido debería pecar de optimista. La situación política de todos, sin excepción, es complicada, harto compleja, sin liderazgos efectivos, creíbles y con arraigo, hay una crisis de cuadros y de representatividad, los ciudadanos ya no se ven representados por los políticos.
Quinto, no habría que descartar a la democracia interna como una válvula de oxigenación de la militancia, de las dirigencias y de los cargos de representación. Para ello habría que hacer efectivos los procesos de selección de candidatos a puestos de elección, es decir, democratizar los procesos internos para sumar a lo mejor de la militancia partidista, con intención renovadora, de oxigenación, de cambio y de recambio, de relevo generacional, con gente, ciudadanos que vean de distinta manera a los partidos y a la actividad pública.
Sexto, para resumir lo anterior, diría que es un imperativo de todos los partidos terminar con la simulación. Ya no se pueden engañar más ni engañar a los militantes y simpatizantes. Se debe actuar con mucha seriedad y responsabilidad, analizando el momento actual, la coyuntura, las condiciones objetivas de las elecciones concurrentes del año que entra: a) Se elige presidente de la República,128 Senadores, 3 por cada estado de la federación y por la Ciudad de México (2 de mayoría relativa y 1 otorgado a la primera minoría), y 32 por una lista nacional; 500 diputados federales y las gubernaturas de Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán.
Sexto, en 2018 la mayoría de electores pertenecen a la generación de los ‘Millenials’, es decir, aquellos nacidos entre 1981 y 1995. Hoy son el 65% de la fuerza laboral en el mundo en promedio y en México, del 50% aproximadamente. Estos ciudadanos son ‘digitales’ antes que escritos; prefieren el internet antes que a la TV; utilizan múltiples canales y dispositivos digitales para sus actividades, son lo que se llaman multitasking, es decir, tienen capacidad (o necesidad) de hacer varias cosas a la vez; un 78% de los ‘Millennials’ en Latinoamérica posee un móvil, 37% cuentan con tablet, 70% laptop y un 57% PC de escritorio. Ya no leen periódicos ni revistas, y en todo caso recurren a fuentes escritas no convencionales, y lo más importante, repudian prácticas de corrupción
Séptimo, estos nuevos electores son escépticos, desconfiados por naturaleza, antigobiernistas, antisistémicos, antiestablishment, y casan más con la persona que con los partidos. Quieren y están deseosos de escuchar un discurso nuevo, un mensaje que los tome en cuenta, que abandere sus causas, detestan la mentira y el engaño.
Octavo, en general todas las casas partidistas sufren daños graves en las estructuras de sus edificios, por lo que tienen que actuar en consecuencia. No se pueden permitir en esas condiciones de urgencia, “ponerse a colgar cuadros, a cambiar cortinas o a pintar la casa”. La situación es de emergencia y en esa tesitura hay que actuar, hoy nadie garantiza el triunfo. El optimismo no tiene cabida, por el contrario. Lo único que cabe es el discurso inteligente, veraz, auténtico, asertivo y el sentido común.
Noveno, y no se puede dejar de hablar del desprestigio, del desgaste para hacerle frente a los nuevos retos electorales. Todos enfrentan una disidencia interna, surgen corrientes de opinión contrarias a sus dirigencias. No están dispuestas a someterse a la línea, no se quieren replegar a los dictados de ‘arriba’, a la tradicional y castrante disciplina partidista. ¿Qué van a hacer los partidos con la disidencia, echarla del partido? ¿Se van a permitir o a tolerar las corrientes democráticas? Preguntas difíciles de contestar, sin duda.
Décimo, vienen tiempos de definiciones. Hay que renovar el discurso, hay que mostrar coraje, carácter, enjundia, mostrar serenidad, en algunos casos indignación, enojo, nervio, nervadura, sangre caliente, inteligencia, capacidad de análisis, autocrítica, introspección, reflejos, capacidad de reacción y dejar a un lado el discurso triunfalista.
gama_300@nullhotmail.com
@marcogonzalezga