Ramón Durón Ruiz (+)
Con esa facilidad que tuvo para ser inventor Thomas Alva Edison afirmó: “El genio, es un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración”.
Para el viejo Filosofo de Güémez, en todo éxito no hay generación espontánea, hay transpiración, trabajo, estudio, pasión, amor, compromiso sincero de años; en cada Conferencia, Taller o artículo, en todos y en cada uno de ellos, va de por medio toda mi inspiración, que no es otra cosa que contactar con mi espíritu.
Creo que la clave del viejo campesino de Güémez, es la de abandonar el impulso primario de trabajar para sobrevivir, y cambiarlo por el de vivir para servir, para crear y para trascender.
Rancheramente creo que el éxito se parece a los perros de rancho, persiguen ladrando a cualquier carro que pasa y una vez que lo han alcanzado, se paran, se miran unos a otros, mueven la cola y muy tranquilos regresan a casa… nunca supieron pa’ que ‘ingaos perseguían el carro.
Igual es el éxito, mucha gente no sabe qué hacer con él una vez que lo alcanza. El éxito es pa’ ser feliz, pa’ compartirlo con la gente de tu vida, para recordarte que en la transitoriedad de la existencia, estás para disfrutar plenamente el viaje, para encontrar el sentido de tu vida, que te dice que llegaste para amar y ser amado.
Este Filósofo ha descubierto que mi éxito personal, está íntimamente ligado al genio del humor del mexicano, que me enseña que tengo un propósito único, en el que puedo manifestar todo el potencial humano que Dios me ha proveído.
Cada nuevo amanecer gozo la felicidad de ser yo mismo, con mis aciertos y mis errores, con lo que soy y lo que tengo, ensimismado en mi “mágica mismidad”, me doy tiempo para escuchar la voz de mi corazón.
Entonces inicio a viajar libertando la pasión, la emoción y la aventura de conocer nuevos caminos y amigos, sabiendo que si soy alegre, feliz, dinámico y estoy bien con la vida, como por arte de magia me conecto con la fuente universal de amor… entonces llegan los buenos resultados.
Reza un competente proverbio judío: “No te acerques a una cabra por delante, a un caballo por atrás y a un […pendejo] por ningún lado”
Esta frase la he tomado como mi lección permanente de vida, en cada ciudad que tengo la bendición de ser invitado a dar Conferencias, procuro no juntarme con pendejos… ¡porque eso se pega!, a la “visconversa” es decir al revés, busco conocer y nutrirme del saber de aquellos personajes que tienen mucho que enseñarme.
Uno de estos es el bien querido sonorense Don Faustino Félix Escalante, político al que en mucho admiro, que con honestidad, lealtad y trabajo ha construido una ejemplar historia de éxito; empresario íntegro que genera cientos de fuentes de empleo; amado esposo; querido padre de familia de cuatro hijos: Gustavo, Ivethe, Faustino y Lilita, todos ellos triunfadores en la vida.
Un 17 de abril, en el aniversario luctuoso de Don Faustino Félix Serna, –su Señor padre– en el panteón del Carmen, hay una manifestación masiva de duelo, por el afecto con el que se le recuerda, y el 4 de agosto, en su cumpleaños, en la tradicional “Cena de la Amistad”, políticos, empresarios y el pueblo mismo, manifiesta todo el cariño que con su enorme calidad política-humana, Don Faustino ha sabido sembrar.
En Don Faustino se aplica la vieja frase: “Los hombres que valen la pena cruzan por el mar de la vida nadando. Los demás se contentan con bañarse en la orilla”
HOY parafraseo el humor del mexicano, resulta que llega un inspector de la SAGARPA a casa del Filósofo, quien tiene su patio un pequeño gallinero, sacando sus hojas para anotar le pregunta:
–– ¿Qué le da de comer a sus pollos?
–– Pues le doy todas las sobras de la comida de mi casa y las que generosamente me regalan los vecinos.
––¡Es usted un ignorante! pagará una multa de 100 mil pesos por mal trato a los animales.
El Filósofo se queda asustado, al pasar un tiempo, llega otro inspector, le pregunta lo mismo y esta vez dice:
–– ¡Mire usted!, les doy frutas, legumbres, pescado, salmón, jamón de pavo y de postre pays de queso.
––¡Queee! soy de la Plataforma contra el Hambre Mundial, usted pagará una multa de 500 mil pesos, por tan estúpida falta de solidaridad.
El campesino de Güémez entra en una total incertidumbre, ya no sabe qué ‘ingaos hacer. Al tiempo, llega otro inspector y le pregunta de nuevo qué comida le da a los pollos, el Filósofo le dice:
–– ¡Mire!, yo les doy 100 pesos a cada uno pa’ que vayan al súper… ¡y que coman lo que quieran!
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