EL CATACLISMO QUE VIENE
Como los ejemplos han sido dados en el curso de la historia de la humanidad, ¿por qué tratar de obstinarse en ensayar otra cosa cuando todo ha sido intentado y nada ha dado resultado? Se debe remirar entonces el ejemplo de las civilizaciones antiguas que han gobernado iniciáticamente el mundo en otros tiempos, en aquellos períodos de oro, aquellas edades de paz, aquellas épocas de Sabiduría. Se debe primero voltear hacia la raza americana a la que el sabio Spiden atribuye 10.600 años de antigüedad, sin mencionar los archivos esotéricos que nos enseñan que había civilizaciones que reunían Sabios en este continente hace algunos 1.000 siglos! La teoría de que la América debe su nombre a uno de los primeros navegantes que desembarcaron en el continente, es decir, Américo Vespucio, no es tan acertada porque en realidad debería tratarse de Albéric! Cuando Alonso de Ojeda pasó por Centro América en 1499, los indígenas de la costa de Cumara denominaban ya al continente entero con el nombre de Amérriqua que quiere decir en lengua maya: el país de los vientos. Los vestigios de esta civilización, las piedras, los templos encontrados, todas las excavaciones emprendidas en nuestra época actual tienden a probar definitivamente la prioridad incontestable de esta civilización por encima de todas las otras. Hace cerca de 12.000 años que los Mayas difundían por el mundo el ritual secreto de sus creencias, la síntesis original de sus conocimientos, el código de sus leyes y las tradiciones de sus costumbres. Los aymarus (“aquellos que levantan la voz”), es decir, los Superiores de los Amautas (sacerdotes) han dejado enseñanzas de las cuales el mundo de hoy todavía busca la significación; los sabios se interesan por las lecciones dejadas por esos Grandes Iniciados y apenas tienen los preliminares del alfabeto Maya!… Son los aymarus quienes han dado su nombre a la lengua aymara (lenguaje sagrado del Imperio Maya) que es un idioma-clave que resuelve los enigmas de otras lenguas. Se encuentran en él raíces del atlante, del sánscrito, del hebreo, del tibetano, etc., y en lo que concierne a las civilizaciones americanas de más allá del siglo XV antes de J. C., época en que reinaba Inti-Kapac, el 5° monarca pirhua, se debe recurrir a la doctrina esotérica. Todo lo que generalmente sabemos de los toltecas es solamente con referencia a aquellos que llegaron al Anáhuac (primer nombre de México) en el año 667; el establecimiento de los aztecas en México data solamente de 1216, sin embargo, originarios del Aztlán (tierra de la aurora) tienen, no obstante una civilización precedente a aquella que aprendemos en nuestra historia habitual; no conocemos de los Mayas, de los Incas, etc., sino los pueblos ya medio degenerados que los españoles encontraron durante su conquista de América. Se ignora casi todo lo de aquellas espléndidas civilizaciones de Iniciados que es para nosotros una prehistoria! Como todos los grandes Estados modernos los españoles tienen una mancha de sangre sobre su pasado, y con su guerra civil han empezado a expiar el asesinato de los aztecas y de los incas! La América del Sur está destinada al más brillante porvenir, es la eterna repetición de la historia; ella va a acoger la élite de las otras partes del mundo y será la fuente de un esplendor y de una renovación cultural; por otra parte, debido al electromagnetismo del globo (que cambia coincidiendo con la época acuariana a partir de 1.948) el centro espiritual del mundo se establece poco a poco en la cordillera de los Andes en el mismo lugar donde hace millares de años el Santuario Supremo resguardaba a los Grandes Maestros. La era de los mecanismos no será más que uno de los más negros episodios de la historia de los hombres: se hablará de la edad de las máquinas como de la más tenebrosa de la historia humana! Al emerger un continente donde el agrandamiento y surgimiento de islas en el Pacífico permitiera equilibrar la desaparición de las razas corrompidas, tendría nuevamente desarrollo una gran Edad, como antes del hundimiento de la Atlántida y la Lemuria. Este “fin del mundo” (o mejor dicho de un mundo, es esperado en todas partes y todas las profecías lo mencionan) puede ser evitado, sin embargo, mediante la emanación de fuerzas armónicas, pues de hecho el fin de un estado de cosas no proviene más que de un desequilibrio: basta sostener el equilibrio para conservar tal estado. En pocas palabras, el desequilibrio que se hace más y más fuerte y que será la causa de un enorme cataclismo proviene del estado de alma de la mayoría de los humanos, por lo cual bastaría educar suficientemente aprisa a la humanidad para evitar esa gran catástrofe y dicha educación viene a quedar en manos de los Iniciados quienes van a intentar una prolongación de la raza humana. Estos cataclismos se producen por períodos regulares y cada vez es salvada solamente una parte de la humanidad (es el mito de Noé con el diluvio que vuelve a acontecer en todos los pueblos variando solamente los nombres o las manifestaciones pero conservando la misma idea de prolongación de la raza por selección eliminativa) con el fin de conservar la Sabiduría Antigua. Naturalmente se trata de los elegidos, los escogidos, los discípulos de la Luz. A pesar de estas catástrofes y estas perturbaciones la Tierra incansablemente gira y girará todavía 50 billones de años antes de que el Sol consuma los planetas de su alrededor y marque así el fin de nuestro sistema. Se realiza difícilmente que nuestro sistema existe desde hace tres billones, desde que estalló una estrella vecina del Sol (supernovae) (según la teoría de Fred Hoyle y Raymond A. Lyttleton de la Universidad de Cambridge).