Luego de unas merecidas vacaciones, este lunes regresan a clases más de 25 millones de estudiantes de educación básica en todo el país, con lo que se da inicio oficialmente al ciclo escolar 2017-2018.

Como cualquier país del mundo, México enfrenta grandes retos en materia educativa. Hacer que estos millones de niños y jóvenes asistan diariamente a la escuela implica un gran esfuerzo material y humano que requiere de infraestructura y organización, pero sobre todo, de la consolidación de un nuevo modelo educativo que busca preparar a los estudiantes de hoy para el futuro.

El vértigo con que se mueve el mundo es impresionante. Lo nuevo deja de serlo en un momento. Por ello, la recreación de nuevos métodos de aprendizaje nos permite hacer uso de nuevas tecnologías y asegurar que los alumnos desarrollen adecuadamente propias capacidades físicas e intelectuales, sin estar sujetas a modelos estáticos que ya no corresponden a nuestra realidad.

México no sólo está en un proceso de transición social, sino también pedagógico. A pesar de que en muchos sectores de la población, el debate sobre la reforma educativa se reduce a tres aspectos específicos: la evaluación magisterial, la relación laboral –donde se incluyen un modelo de asignación de plazas por mérito docente-, y al conflicto social con algunas secciones sindicales de maestros, lo cierto es que es algo mucho más complejo.

La reforma educativa debe lograr su objetivo de mejorar la calidad de la enseñanza para que haya estudiantes de excelencia capaces de desarrollar al país en áreas tan importantes como la ciencia, la tecnología, la medicina, la ingeniería y las artes, entre muchas otras. La escuela debe dejar de ser una estación de paso a nuestra edad adulta para convertirse en un verdadero promotor del conocimiento y la conciencia crítica.

Como lo han dicho los especialistas, México debe adaptarse a un entorno globalizado, donde se requiere de una educación de calidad que nos permita competir con el resto de los países. La educación que imparta el Estado, además de ser obligatoria y gratuita, debe ser de calidad, lo que obliga a replantearse cuáles son los conocimientos y habilidades requeridas por los niños mexicanos.

Hoy, al iniciar un nuevo ciclo escolar, estamos ante la oportunidad de conocer las fortalezas y debilidades de un nuevo modelo educativo. No se trata de criticar para prescindir de él, sino para mejorarlo de acuerdo a la experiencia en el aula, y las condiciones que prevalecen en la mayor parte de las escuelas del país.

Aunque rescatable en algunos aspectos, el método de memorizar quedó en el pasado. El egresado de educación básica debe saber expresarse en español, inglés y hacer uso de las nuevas tecnologías de la información, que ejerza sus derechos y asuma sus obligaciones como ciudadano.

El principal problema del modelo educativo ha sido precisamente que no se actualizaba. Los niños mexicanos aún siguen aprendiendo bajo una premisa educativa que hace 50 años pudo funcionar, pero que hoy es obsoleta. Cuando se aprende bajo un modelo diseñado para una realidad estática no se adquieren las herramientas necesarias para adaptarse a un mundo dinámico, global y de intercambio constante de información.

Es por eso que el nuevo modelo educativo tiene el propósito de formar ciudadanos que piensen de manera analítica, crítica y creativa para entender y resolver problemas. En sentido estricto, nadie puede estar en contra de estos propósitos. Sin embargo, debe ser tareas de todos –de autoridades educativas, maestros, padres de familia y los propios estudiantes-, que haya las condiciones necesarias para que esto se logre.

Personalmente, tengo muchos amigos maestros en todo el país, quienes me expresan con sinceridad sus preocupaciones. Asumen su responsabilidad, a pesar de que muchas veces tienen que lidiar con escuelas que no cuentan con la infraestructura necesaria, con grupos de alumnos que rebasan la capacidad de trabajar en un modelo de competencias, y debemos reconocerlo, con niños que por sus condiciones de pobreza no pueden desarrollar su potencial.

El reto es mayúsculo. En el país aún existen escuelas que carecen de servicios básicos, sin equipos de cómputo, ni siquiera escritorios y pupitres en buen estado, donde los alumnos deben caminar más de 3 horas para llegar a la escuela a tomar clases. Esta es la tarea que nos compete a las autoridades resolver.

Hoy debemos celebrar que los niños vuelven a la escuela. Porque para resolver los problemas de nuestro país, no tenemos más alternativa que la educación.

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