*La frase del día. Del Gobernador Graco Ramírez: “No entiendo por qué Ruiz Esparza sigue en la SCT”. Camelot

EL BURRO HABLANDO DE OREJAS

Uno no suele hacer escarnio de quienes caen. Mucho menos de funcionarios que caen a la cárcel por sus trastupijes o por lo que sea. Si en el poder de su gloria no hubo críticas fundadas, cuantimás o cuantimenos ahora, que han caído del olimpo de los dioses, donde solo sus chicharrones tronaban. Antes se les aplaudía, hoy se les patea. Sé que en este país el villano favorito de los mexicanos es JDO, no solo de los veracruzanos, sino también en el extranjero, porque ahora que llegué a Texas un bell boy arriba del elevador, me dijo con singular alegría: “¿Qué tal el gobernador de ustedes?. Y cabeceé como Borguetti en sus buenos tiempos. Y le hablé del eclipse que venía en camino. Duarte ha tomado al extraordinario y muy visto noticiero Imagen de Ciro Gómez Leyva, como el receptor de sus cartas, que no son de Eufemia, para ventilar allí los asuntos de su incumbencia y para irse a la yugular del Preciso que ahora gobierna, culpa de la cual está él allí enrejado. Pero entre otras cosas, el exgobernador de Veracruz pidió por los suyos, los encarcelados. Pero no fue lejos por la respuesta, sucede que uno de ellos, Mauricio Martín Audirac Murillo, no solo se deslindó con el clásico no me defiendas compadre, sino que lo repudió y le llamó ratero. Puf. Audirac ha sido de todo y sin medida. Llegó en el sexenio antepasado, de 2006 a 2012 al Orfis, un organismo que no servía ni sirve para nada, porque checaba a los tentones alcaldes y los gobernadores los perdonaban de ir a la guillotina. Luego, con JDO, a quien repudia, brincó de Contralor para pasar efímeramente, como el eclipse, de agosto de 2014 a marzo de 2015 como secretario de Finanzas, donde está pagando sus pecados. La carta manuscrita enviada desde Pacho Viejo es dura, muy dura para alguien que colaboró con ese gobierno. Ciro la leyó tal cual, y a los pocos minutos en las redes sociales se propagaban como el viento que todo mueve. “Duarte es el culpable de que yo esté preso”, dijo casi para despedirse. “Me estoy defendiendo por la vía legal. A quien menos se lo pediría sería al Sr. Javier Duarte, quien es el culpable de que me encuentre preso, como consecuencia de su deshonestidad y de los robos que cometió en contra de los veracruzanos, afectándonos con sus malas decisiones a quienes tuvimos la desgracia de trabajar con él”. Tan, tan.

PERIODISTA CAIDO

No importa de qué medio sea ni en que páginas de internet escriba. Duele cuando son abatidos. Los periodistas en este país viven como en Afganistán, al pie del peligro. Ayer mismo, cuando la noticia corrió por el asesinato de Cándido Ríos, su muerte se convirtió en numeralia. Es el décimo en lo que va del año, apuntaron. Es el 21 asesinado en Veracruz, desde aquellas muertes que cimbraron al estado, la del buen Milo Vela y su familia y otros periodistas, hombres y mujeres caidos por las balas de sicarios animales. Cándido estaba protegido por Gobernación y por Derechos Humanos, y recibía asesoría legal de la CEAPP. Ayer mismo, la presidenta Ana Laura Pérez Mendoza y el secretario ejecutivo, Jorge Morales Vázquez, al enterarse de ese mal suceso, aplicaron los contactos con la familia y se entabla al instante el warning con el gobierno estatal, que enterado estaba de ese crimen y se fue al lugar de los hechos, para asistirlos. La noticia brota al mundo, en poco menos de una hora las redes sociales la tenían, con fotografías terribles. Ahora abro la página de El Mundo de España y allí está retratado el crimen. El titular es despiadado: “Asesinado un periodista mexicano que se encontraba bajo protección del Gobierno”. No paramos, nada los detiene, ser periodista en este país es jugar a los volados con la vida, y muchas veces con la muerte, y luego se pierden los volados. Descanse en paz, Cándido.

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