¿Qué más se puede agregar ante el dramatismo y lo doloroso de lo evidente? Poco, muy poco. Si acaso consternación, estupor, tristeza, dolor, mucho dolor, llanto irreprimible, pena, conduelo, impotencia, estremecimiento, luto, sacudida interna y una especie de necesidad de gritarle a los habitantes de la ciudad de México, Morelos, estado de México y Puebla: ¡Aquí estamos, en qué los podemos ayudar, cómo nos podemos sumar a las labores de auxilio y rescate de tantos que están sufriendo los estragos de esta terrible experiencia!
Cómo me duele México, cómo me duele la entrañable y querida ciudad de México, nuestra querida –amada- capital histórica de todos los mexicanos, el corazón latente de nuestro país que ha acogido generosamente a tantos ajenos, compartiéndonos algo de su magnificencia, de su gran historia, de su grandeza. La ciudad de México está herida, dolorosamente, y esa herida sufrida por esa gran ciudad la estamos viviendo como si nos hubieran partido el alma, como si nos hubieran cercenado de un tajo una parte vital de nuestra existencia.
Nos llega este golpe inmisericorde del destino 32 años después del 19 de septiembre de 1985, cuando todavía no nos recuperamos de Oaxaca y Chiapas, Baja California Sur. El destino se ha ensañado con nosotros, qué más quiere si estamos de rodillas exhaustos, heridos, lastimados, muy lastimados. No sé qué viene después de esta tragedia, solo le pido a Dios que nos deje respirar un poco, de reponernos aunque sea un poco de esta profunda herida.
Lamento en verdad, y lo digo muy sinceramente, no tener la oportunidad de estar en la ciudad de México en estas horas cruciales, un par de manos en las condiciones de la ciudad de México no salen sobrando ni están de más. Ahora solo espero que nuestras autoridades hagan su parte, que hagan lo que tienen que hacer, que se coordinen, que se pongan de acuerdo, que no haya mezquindad ni se regatee el trabajo del adversario, venga de donde venga, del partido y de la fuerza política que sea, por el bien de México, de los mexicanos y a los miles de afectados, en estas horas funestas. Los ciudadanos ya están haciendo su parte, como siempre, volcados, solidarios, entregados, generosos, a ustedes les toca estar ahora a la altura de estas dolorosas circunstancias.
¿Cómo me dueles México querido?