Dias estos de destrucción y de dolor profundo que sacuden el alma y cuerpo de todos los mexicanos. Miles de brazos de jóvenes, hombres , mujeres, adultos mayores toman los escombros con sus manos.

Conmueve el arrojo de voluntarios por el rescate de vidas y la respuesta solidaria del mundo, de todos los mexicanos, de aquí y de más allá de las fronteras.Impresiona la acción de rescatistas y cuerpos de seguridad.

Cuando sigilosa la clase política preparaba sus mejores cartas y un millonario presupuesto electoral parecía mediatizar el hartazgo, México llega al noveno mes – como en 1810- y retumbó en sus centros la tierra, quizá llamando a otro alumbramiento, o un nuevo despertar entre el polvo, lágrimas y una solidaridad desbordada. Nadie volveremos a ser los mismos, ni los insensibles simuladores de siempre; estos tendrán que inventar otro disfraz. La emergencia y los riesgos no ha terminado. Las pérdidas irreparables pueden ser más. Hay que prepararse para una reconstrucción sustentable que no sucumba a la opacidad, a la corrupción, al diseño mediocre, inhumano de vivienda, al abuso y la manipulación electoral de necesidades. Esta puede ser otra gran oportunidad hacia el autentico empoderamiento ciudadano y con ello, el inicio de una etapa que deje atrás este viejo y absurdo régimen de gobierno.