En mis andanzas tocando puertas con mi propuesta en mano para crear la especialidad académica en protección civil, por supuesto que toqué la del gobernador, en ese entonces Fidel Herrera Beltrán. Como cualquier ciudadano llevé una carta en la que resumía de qué se trataba mi propuesta, esto en los primeros meses de su administración. Total que me sellaron de recibido y como al mes que me hablan de la oficina de gestión ciudadana que ya podía pasar por la respuesta que daban a mi propuesta. Entonces que paso a recoger el documento, les dicen turnos, mismo que estaba dirigido para su atención correspondiente a la Secretaría de Gobierno, en ese entonces a cargo de Reynaldo Escobar Pérez.
Por supuesto que ya no acudí a la oficina de Escobar Pérez para ver qué respuesta me tenían, y no acudí por la sencilla razón de que el turno de atención ciudadana debió estar dirigido a la Secretaría de Protección Civil del Gobierno del Estado. Tan sencillo como esto, a mi propuesta le dieron el trámite normal burocrático que le dan a la mayoría de las peticiones, calificada la mía por un servidor público menor que decidió que mi asunto, por explícito que este fuera, lo tenían que atender en la Secretaría de Gobierno. Poca seriedad.
Pero miren, observando la serie de avatares por los que han pasado la ciudad de México y los estados de Morelos, Oaxaca, Chiapas, Puebla y el estado de México con el sismo del pasado 19, cada vez me convenzo más que de protección civil seguimos estando en pañales. Hemos avanzado mucho, eso sin duda, pero en términos generales aún nos falta mucho por aprender y avanzar en la materia. Ya no estamos como cuando la erupción del volcán Chichonal (1983), ni tampoco como cuando sucedió la explosión de San Juan Ixhuatepec en el estado de México (1984), y del sismo del 85 a la fecha hemos logrado construir un Sistema Nacional de Protección Civil, incluido un marco legal a lo que yo calificaría como algo muy solvente, sin embargo, créanmelo, no es suficiente.
Hay una Coordinación General de Protección Civil que depende de la Secretaría de Gobernación que debería funcionar como una dependencia aparte. Es tal su importancia, que debería operar como funciona en la mayoría de las entidades federativas, es decir, como una Secretaría de Estado, con un especialista al frente de la misma como lo ordena la ley. En este caso lo correcto es que fuera un civil porque la protección civil es, como su nombre lo indica, esencialmente de carácter civil. La participación del Ejército y la Marina son no solo solamente necesarios, sino indispensables, por la posibilidad que otorgan para movilizar efectivos a zonas siniestradas, más equipo de rescate, maquinaria pesada y vehículos terrestres, acuáticos y anfibios.
El mando militar en casos de desastre lo deben tener los titulares de la Sedena y de la Semar, pero en la coordinación general debe estar el representante del Ejecutivo, el Coordinador General de Protección Civil, y ojo, no quiere decir esto que deba tener el mando, el mando supremo lo debe tener el Presidente, pero sí que sea un profesional capaz de coordinar acciones antes, durante y después del siniestro, de organizar las labores de rescate de víctimas, su atención, y en determinado momento hasta ser capaz de participar en la reconstrucción. Miren, el caso de la escuela Rébsamen es muy pedagógico por las enseñanzas que deja. Trataré de resumirlas brevemente.
Primero, no se ve una coordinación para las labores de búsqueda y rescate; segundo, jamás se instaló un puesto de mando, me refiero una casa de campaña mega fregona, con personal secretarial para el registro de rescatistas y voluntarios (sacarles fotos, llevar un registro, tomar datos generales de las personas (tipo de sangre, alergias), teléfonos y a quién llamar en caso de un accidente; expedir gafetes, toma de huellas dactilares y aplicación de vacunas antitetánicas; con un responsable médico y de enfermería, personal a cargo de comunicaciones, de equipo y suministros médicos y de primeros auxilios, de equipo de salvamento (lámparas, generadores de energía, equipo mecánico, picos, palas, zapapicos, pinzas, martillos, alambre, corta concreto y acero, carretillas, etc.); tercero, responsables de acordonamiento del área de trabajo, limitación en donde podían estar cámaras de TV y radio, reporteros, etcétera; cuarto, organización y logística de rescatistas y voluntarios, coordinados por personal del Ejército y la Marina según fuera el caso; quinto, asistencia médica y sicológica para familiares de personas siniestradas, y sexto, responsables de vehículos y ambulancias de transporte médico.
Nunca vi algo así, la reportera Danielle de Televisa, andaba metida hasta la cocina –haciendo su chamba- y ante las cámaras hablaba cualquier hijo de vecino que se ostentaba como rescatista, solicitando provisiones, informando de víctimas supuestamente vivas, o sea, como se le dice en Administración Pública, la entropía total.
Por eso necesitamos profesionales en protección civil.

gama_300@nullhotmail.com
@marcogonzalezga