s

Mijaíl Kuráyev

Acantilado

Barcelona, 2008

Pp. 164

La historia ocurre en un apartado y desolado lugar, la estación ártica de Niva-III. Ahí se construye una hidroeléctrica secreta. Se utiliza la mano de obra forzada de los prisioneros. Es una zona gélida. Petia se desempeña como un agente de tránsito y colabora con entusiasmo en su tarea. Son muy pocos los vehículos que transitan por el lugar. Su figura despierta la simpatía de las autoridades y los pobladores.

Petia, en su ingenuidad, es una persona sumisa al poder y los poderosos. Su respeto y admiración a éstos no tiene límites. Él, que no es particularmente inteligente, está convencido que si permanece cerca de los que detentan el poder un día va a cambiar su situación y habrá una vida mejor para él y su madre. Con su gorra y una funda de pistola sin arma se incorpora a la persecución de un reo que se ha escapado. Un soldado lo confunde y lo mata. Así, sin más, termina la vida del buen Petia.

En esta obra de Kuráyev, Petia representa la idiotez en su estado más puro. Él se atribuye competencias que no le corresponden. Los demás lo dejan hacer. Su trabajo no sirve, pero tampoco hace daño a nadie. Las autoridades, el Ejército y la policía, ven a Petia con la condescendencia reservada a los locos inofensivos. La vida transcurre sin sobresaltos. Petia es una figura cómica aceptada por todos. Desconoce la dicha y no le afecta el infortunio. Éstas son emociones demasiado complejas para su estado mental.

Kuráyev se vale de la figura de Petia, para adentrarse al tema de la fuga del hombre común. El que asume la posibilidad de ser otro. Petia, que ama al poder y los poderosos, al momento de su muerte a éstos les resulta irrelevante. Para ellos no existe, lo consideran un infrahombre. Su muerte accidental revela que el Gulag tritura con la misma indiferencia a disidentes, colaboradores e indiferentes.

La obra es una reflexión sobre el destino del hombre en un mundo secuestrado por los imperativos del poder. Petia, plantea un crítico literario, es el llanto mudo de los enajenados y la ignominia de la exclusión. Petia en su manifiesta imbecilidad recuerda a los pobres de espíritu y a los hombres buenos. Sus cándidos esfuerzos para formar parte de la autoridad, lo llevan a un trágico destino.

En esta obra, dice Rafael Narbona, “hay una poesía de lo mínimo que adquiere una indecible ternura cuando se encarna en la forma de un pobre idiota […] Novela inteligente, digresiva, con el gran estilo de los escritores centroeuropeos, tierna, cruel, más cerca de Dostoievski que de Tolstoi”. Comparto esta afirmación. La figura de Petia, el idiota bueno, encarna a los hombres y mujeres de una sociedad que margina y rechaza a buena parte de sus integrantes, que no los reconoce y los deja de lado, aunque estos quieren ser tomados en cuenta.

Versión original: Petia po dorogue v tsarstuvie nebesnoj (1990). Traducción del ruso al español de Jorge Ferrer Díaz. De 2008 es la primera edición en español.

***

Mijaíl Kuráyev. Nace en 1939 en San Petesburgo, en ese entonces Leningrado. Al inicio de su carrera trabaja como guionista cinematográfico. En 1987 publica su primera novela, El capitán Dikshtein. Narra hechos borrados en ese entonces de los libros de la historia oficial. Se publica en uno de los espacios nuevos que se abrían como era la revista Novi Mir que da a conocer la obra en septiembre de 1987. En la actualidad es uno de los más importantes escritores rusos junto con autores como Pelevin, Tolstaya, Sorokin, Petrushévskaya, Shíshkin, Ulítskaya y Prilepin. Otras de sus obras son: Ronda nocturna (2007), Petia camino al reino de los cielos (2008), El cerco y La conjura de los lepones.

@RubenAguilar