Por Ramón Durón Ruíz (+)

Que aleccionador es el siguiente cuento: “Después de diez años de aprendizaje, Zenno consideraba que ya podía ser elevado a la categoría de maestro Zen. En un día lluvioso, fue a visitar al famoso profesor Nan-in. Al entrar en la casa de Nan-in, éste preguntó:
— ¿Has dejado tu paraguas y tus zapatos afuera?
— Evidentemente –respondió Zenno– es lo que manda la buena educación. Yo haría lo mismo en cualquier parte.
— Entonces, dime: ¿colocaste el paraguas al lado derecho o al lado izquierdo de los zapatos?
— No tengo la menor idea, maestro.
— El Zen budismo –dijo Nan-in– es el arte de la conciencia total de lo que hacemos. La falta de atención en los pequeños detalles puede destruir por completo la vida de un hombre.”1
Para el viejo Filósofo, HOY es el momento en el que tomes conciencia total, de que no estas vivo por casualidad, estas hecho a imagen y semejanza, luego entonces si “DIOS no patrocina fracasos” tu estas en ésta vida, para amar, crear, dar, perdonar, triunfar, trascender y ser profundamente feliz.
Cada mañana, en los altibajos que el camino trae consigo, el universo te entrega una hoja en blanco, para que ensimismado en tu conciencia total, escribas tu historia; una Historia de Éxito.
Recuerda, el universo no tiene nada en tu contra, siempre conspira a tu favor, para que en tu conciencia total, aflore la energía vital con lo mejor de ti y transformes tu ser holístico, que te lleve a la regocijante y saludable paz interior.
La conciencia total es básica para que no extravíes el camino, es determinante en la consecución de tus sueños, para que abras tus brazos para recibir el racimo de milagros que hay, para quienes fluyen en armonía con el cosmos.
Cuando accesas a tu conciencia total, eliminas la negatividad, destierras la duda, entiendes que nadie se cruza por casualidad en tu camino, cada encuentro es sagrado, –no trae mensajero– trae un mensaje para ti, pues cada encuentro es un espejo de tu vida, que te eleva hasta el cielo o te sume en la profundidad del infierno.
Es en la plenitud, en donde accesas a la conciencia total, te sientes un ser bendecido, en donde tu amor se plenifica, llevándote de la energía negativa, que genera el círculo vicioso que genera el miedo, al poder inagotable del amor; entonces bendices la vida, porque te sientes parte de ella.
Para gozar de una conciencia total, es menester tomar razón del poder de aprender a escuchar, el silencio te quita problemas y te los evita, te ayuda a trasformar el miedo en amor, entonces como por arte de magia, se atenúa el ego, cierras viejas heridas, dejas de ver el vaso medio vacío, haces a un lado criticar, en automático brota el niño interior que anida en tu alma, te das tiempo para vivir con sana alegría.
Vivir con la plenitud que te da la toma de la conciencia total, te lleva a accesar al camino en el encuentro con tu Maestro Divino, que te eleva al autoconocimiento, al goce de tus bienes y dones, a disfrutar con desapego, la rica tersura de la vida, a que aminores a la mínima expresión tu ego y te dispongas a gozar, sin egoísmos o envidias, lo mejor del milagro de la vida.
Apropósito, el Filósofo platica con su hijo:
— Mira Mon, quiero que tengas conciencia total, de que tu abuelo se la dio a tu abuela…
— Yo se la di a tu madre…
— Y tú se la darás a tu vieja…
— ¡Ah chinga’o! po’s ¿Qué es Apá, lo que le voy a dar?
— La razón en todo hijo… ¡LA RAZÓN EN TODO!
1. https://4grandesverdades.wordpress.com/cuentos-zen/