Cuando Ranca, la muerta, la hija de Ramiro Canales, pasaba por las calles del pueblo de La Lima, dejaba en el camino una cauda con olor a cementerio. El olor de Ranca la muerta, invadía cada rincón de las casas del pueblo de La Lima. Podría jurar que después del paso de Ranca, la ropa de las personas olía al perfume de la muerta. Ese olor a cementerio anunciaba la llegada de Ranca la muerta. Ese olor a cementerio permanecía en el aire aún después de que Ranca la muerta se había ido. Con los primeros rayos del sol, el olor de Ranca la muerta poco a poco se iba disipando. Ranca dejaba el olor a muerto, a muerte, olor a miedo. El olor de Ranca la muerta era olor a esa flor ríspida de cementerio a la que llaman sempiterna. El olor de la sempiterna en el pueblo de La Lima, era más intenso que el olor de cempasúchil. Cuando por las noches en las calles se sentía el olor de Ranca la muerta, no quedaba ni un alma que se enfrentara a lo desconocido. Las calles se quedaban vacías, el olor de Ranca la muerta ahuyentaba hasta la recua de mulas que jugueteaban en los campos de la “tostona”. Todo ruido se escondía al amparo del silencio. Hasta los perros “trotanoches” se escondían en los macheros y en los quicios de las grandes puertas picadas de comején. La cotorra parlanchina de Modesto el “Tepache” se guarecía junto al tercio de leña y se quedaba muda, temiendo que Ranca la muerta la arrastrara hasta su tumba. Dos veces vi a Ranca la muerta medrando junto a la roca negra allá por el maizal. Se paraba Ranca la muerta rígida en la orilla del cantil. Permanecía Ranca la muerta sin moverse como buscando respuestas en el vacío infinito de la noche. Una muerta no es indulgente, no perdona, castiga sin razones, vociferaba tía Lucha en el velorio de Camerino Luciaga. Cuando pululaba Ranca la muerta por las calles del pueblo, se oía como si una vaca vieja resoplara caminando vencida por los años. Alguna vez se oyó un grito que enchinó el cuerpo de cada uno de los pobladores de La Lima. Dicen que estalló el pecho de Ranca la muerta con ese estruendoso grito que venía del más allá. El gran miedo a Ranca la muerta había enterrado por mucho tiempo a la paz del pueblo. Todas las noches los hombres del pueblo untaban con agua bendita el filo de su machete para matar a Ranca la muerta y defender a sus familias. Los niños dormían, pero los adultos permanecían siempre en vigilia. Contaba Prócoro Guzmán, que pudo ver a Ranca la muerta esa noche que la luz titilante de los cocuyos le alumbró la cara. Por el entrecejo de las rendijas de las tablas, pudo Prócoro Guzmán ver el contorno de la cara descarnada de Ranca la muerta. Hubo tiempos en que la muerta desaparecía, como si realmente estuviera muerta, pero la gente no se confiaba, seguía con su encierro de miedo. Esa mañana del domingo, tantito antes del primer toque de campana para la misa de las seis, la gente estaba levantando el cuerpo de Rubén “Ratón” que se había muerto afuera de la cantina de Juve. La gente comentaba en el velorio de Rubén “Ratón” que en la noche de su muerte gritaba desesperado: ¡Vete Ranca, vete, tú no eres de este mundo, ya estás muerta, vete! Se decía que Ranca la muerta se murió por ese viento negro que dejaba manchas en la piel. Decían que la madre de Ranca la muerta enloqueció por la muerte de su hija. La madre de Ranca la muerta no soportó el dolor de perder a su hija, y una noche se tiró de la vena de la montaña al precipicio allá por la finca de Severiano. Se rumoraba que Ranca la muerta volvió desde su tumba porque nunca encontró el descanso eterno al que tiene derecho divino todo muerto. Fue tío “Penca” el que descubrió el vestido blanco de Ranca la muerta encima de su tumba un dos de noviembre de días de muertos. Desde ese día ya nada se volvió a saber de Ranca la muerta. La leyenda de Ranca la muerta forma parte del paisaje del pueblo de La Lima enclavado en la abrupta serranía de la geografía veracruzana. Una leyenda tiene el extraño sabor de mantener unido a todo un pueblo a través del misterio y el color de sus entrañas. Bienvenidos los muertos viajeros que nos visitarán en estos días de tradiciones y costumbres para regocijo y reencuentro de las familias mexicanas. Gracias Zazil. Doy fe.