Lugar:
Fuente:
The Economist / Sinembargo.mx

Andrés Manuel López Obrador, el favorito en la competencia presidencial de 2018 en México, debe de encaminar su rumbo hacia las políticas de su modelo a seguir: Lázaro Cárdenas, quien es recordado por apoderarse del petróleo de empresas extranjeras y por la promulgación de reformas agrarias, destaca hoy The Economist, una de las publicaciones más influyentes del mundo.

Para la revista británica, aunque es difícil predecir cómo podría gobernar como Presidente, si sigue los pasos de Cárdenas podría dejar un legado duradero.

“Lázaro es recordado sobre todo por dos logros: En 1938 se apoderó de campos petrolíferos propiedad de británicos y estadounidenses y nacionalizó la industria. También promulgó una reforma agraria a gran escala, dividiendo grandes haciendas en ejidos. Estas políticas han demostrado ser duraderas. El Estado aún controla casi todo el petróleo de México y los ejidos se mantienen en todo el campo”, señala el medio.

El campo y el petróleo, son también temas de la agenda de López Obrador. “Denuncia las reformas recientes para abrir la industria de la energía a empresas privadas como el trabajo de los traidores y ha pedido un referéndum para devolver completamente el sector petrolero al Estado. En su libro, “2018: The Way Out”, alaba los pisos de precios que Cárdenas establece para los cultivos básicos, que espera reinstaurar para hacer que México sea autosuficiente en agricultura”, dice The Economist.

Sin embargo, añade, parece que el líder del partid Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) parece entender mal cómo su ídolo dejó un legado tan duradero.

Para The Economist, Cárdenas tenía un agudo sentido de lo que su hijo, Cuauhtémoc, ha llamado “la distinción entre lo popular y lo populista”. Buscó reducir la división social, no aumentarla y rara vez incitaba al odio contra los rivales, en cambio, López Obrador es menos aficionado a los gestos unificadores.

Cárdenas, menciona la publicación, también fue un orgulloso constructor de instituciones. Cuando asumió el cargo, su partido era poco más que una camarilla de generales de la Revolución Mexicana y él lo transformó en un movimiento con 4.3 millones de miembros, que se convertiría en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y detentaría el poder hasta 2000.

Sin embargo, López Obrador ha minado las instituciones democráticas de México. Después de una derrota estrecha en las elecciones presidenciales de 2006, se negó a conceder, alegando sin pruebas que el resultado fue fraudulento. Se declaró el “Presidente legítimo” y dirigió protestas durante semanas.

Respecto a los partidos políticos dice que López Obrador no logra entender cómo manejar los conflictos internos y recuerda que luego de postularse dos veces como candidato presidencial del Partido de la Revolución Democrática (PRD), que fue fundado por Cuauhtémoc Cárdenas, lo abandonó en 2012 para formar Morena, un nuevo partido de izquierda, puramente como vehículo para su candidatura.

Si gana las elecciones, dice la revista británica, “es poco probable que disfrute de una mayoría legislativa y su actitud de confrontación le dificultará encontrar aliados para sus políticas”.

Para The Economist, López Obrador tiene que aprender de Lázaro Cárdenas y manejar esta actitud de confrontación con las instituciones y políticos mexicanos.

En el exterior, agrega la revista, López Obrador se compromete a actuar “como el hermano mayor en América Latina”, no como el obediente hermano menor de los Estados Unidos. Sin embargo, Cárdenas basó su expropiación petrolera en cálculos geniales y celo nacionalista.

“Anticipó correctamente que el entonces Presidente de Estados Unidos, Franklin Roosevelt, sería cauteloso de conducir a México hacia Alemania, asegurando que cualquier represalia sería limitada”, sostiene el medio.

Dice que si López Obrador es elegido, le espera una situación similar a la de Cárdenas con Roosevelt, pero ahora con un Presidente estadounidense más irritable y antagonista.

The Economist advierte que si los esfuerzos por revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) de alguna manera satisfacen a Trump, López Obrador, si gana la elección, aún se compromete a revisar cualquier acuerdo que considere “injusto”.

Pero le advierte que no todos los presidentes mexicanos han disfrutado de la buena suerte de Cárdenas en las peleas con el “Tío Sam”.

La revista recuerda que una disputa fronteriza fabricada por los estadounidenses en 1846 terminó con México perdiendo la mitad de su territorio. “La vista más larga muestra que elegir peleas con Estados Unidos conlleva a riesgos, pero también a recompensas”, concluye.