ESCRITORES EN LA CÁRCEL

Muchos son los escritores en lengua española que por alguna causa o motivo han estado tras las rejas, más son los inocentes confinados a una prisión desde tiempos lejanos como el que ahora nos atrae durante los siglos XVI y XVII.

Los turcos le llamaban baños a las prisiones en la época donde Cervantes pasó cinco años de su vida de 1575 a 1580, siendo rehén de unos piratas que lo llevaron a Argel, esperando el rescate del escritor quien realizó varios intentos de escapatoria sin conseguirlo hasta ser liberado por los frailes trinitarios. Su segundo ingreso menciona Mata Herrero Gil en su artículo Entre rejas. Cervantes, fue 12 años después por vender trigo sin autorización, más adelante nuevamente pisa la prisión por los malos manejos que hacía con la recaudación, en este tercer confinamiento se gestó la obra cumbre de la literatura en lengua española El quijote de la mancha.

El caso de Fray Luis de León estuvo rodeado de intereses religiosos cuando el se hizo a la orden de los agustinos y su figura tomo relevancia debido a sus conocimientos que le hicieron escalar las principales cátedras de teología llegando a ser la envidia de sus enemigos acusándolo ante la inquisición por la traducción La Biblia a la lengua vulgar. Fue encerrado en una mazmorra por más de cuatro años entre 1527 a 1591, soportó las adversidades gracias a su amor al conocimiento, al ser exculpado pudo salir de la prisión después de casi cinco años y al regresar a la Universidad pronunció e sus alumnos “decíamos ayer…” con ello borró su trágica experiencia como si lo acontecido hubiese sido solo un instante en su vida.

Otro caso es el de Juan de la Cruz quien nació en 1572 perteneció a los carmelitas descalzos orden creada por Santa Teresa de Jesús. Centrado en su sencillez y humildad como uno de sus principios, fue injustamente juzgado por esa condición y encerrado durante nueve meses en un lugar antes usado como letrina, con una oscuridad profunda durante la noche y escasa luz de día, suficiente para que escribiera el reconocido Cántico espiritual un extraordinario poema de calidad excepcional, una joya de la literatura española.

Francisco de Quevedo no escapó de las injusticias en su adultez. En su infancia para evadir a los molestos niños del reino en donde sus padres servían en altos cargos se refugió en los libros, al morir sus progenitores queda a cargo de un familiar, pasó por varios colegios hasta llegar a inclinarse por la teología que no culmina y donde también aprende lenguas antiguas y modernas. Diestro con los sonetos, la narrativa y el teatro pasa su vida cerca de la aristocracia hasta que a la edad de cuarenta años cae el duque de Osuna y el es desterrado a la Ciudad Real, casi veinte años después siendo el un anciano es acusado de espía de Francia en ese entonces se le conocía como “murmurador y confidente”. Confinado en el convento de San Marcos pasó un poco más de cuatro años, inicialmente incomunicado y sin la posibilidad de escribir pero al paso del tiempo contaba con lo necesario para hacerlo el grado de lograr algunas de sus grandes obras en prisión como Providencia de Dios, y Vida de San Pablo.

Como podemos ver en esta primera entrega que abarca los siglos XVI y XVII la mayoría de los escritores presos tuvieron en la soledad del encierro forzoso el tiempo para la reflexión, la profundidad y el silencio donde las ideas fluyeron victoriosas rompiendo el cerco de la cárcel y sus obras ahora son referentes indiscutibles de la literatura en el idioma español.

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