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EconomíaHoy/SinEmbargo)

Ni el Real Madrid, ni el Barcelona ni el Manchester United ni cualquier otro equipo de la NBA o de Fórmula 1 sumarán tantos multimillonarios en su plantilla como en los próximos meses hará WhatsApp.

Según se desprende de las condiciones de la compra del gigante de la mensajería instantánea por parte de Facebook, cada uno de los 50 empleados que en febrero de 2014 hacían posible WhastApp recibirán acciones restringidas de Facebook por un valor de 60 millones de dólares.

Este generoso incentivo fue uno de los argumentos decisivos en las negociaciones que hace cuatro años mantuvieron los fundadores de WhatsApp con Mark Zuckerberg, primer ejecutivo de Facebook.

El padre de la mayor red social del mundo logró convencer a Jan Koum y Brian Acton para adquirir la plataforma de mensajería instantánea. Para ello, Zuckerberg puso sobre la mesa un total de 19 mil millones de dólares, de los que 4 mil millones de dólares se abonarían en efectivo en el momento de la transacción y los 12 mil millones de dólares restantes se abonarían en acciones de Facebook. Dichos títulos cotizaban entonces a 67 dólares, cuando ahora cotizan en 18 dólares, casi tres veces más.

Además de lo anterior, los dueños de WhatsApp se dieron el gusto de conseguir para sus empleados una propina de 3,000 millones dólares en acciones de Facebook a repartir entre 50 personas.

Eso sí, para evitar la fuga de talento, Facebook exigió que la entrega a los empleados de dichas acciones se realizaría en el plazo de cuatro años y sólo para aquellos que se hubieran mantenido en la empresa en 2018. Eso afectaba a cada empleado, sin distinción de categorías, desde el personal de recepción al CEO, pasando por cada técnico, ingeniero o administrativo de la firma.

TODOS PENDIENTES DE 2018

No hace falta decir que, por la cuenta que les tenía, todos los trabajadores fueron fieles a la empresa durante el cuatrienio que ahora llega a su fin. Más de un empleado ha debido estar contando cada día que falta hasta poder materializar la oferta de Facebook.

La escena de aquel febrero de 2014 en la sede de Whastapp tuvo que ser memorable. Cuentan que Koum, consejero delegado de la compañía, reunió a la plantilla en una sala y dijo algo parecido a esto: “Dejad todo lo que estáis haciendo durante unos minutos porque os voy a dar dos noticias: una buena y una mala.

La primera es que cada uno de vosotros recibirá 60 millones de dólares en acciones de Facebook tras la venta de la compañía a nuestro nuevo dueño; la mala es que para recibir la millonada deberéis permanecer en Whatsapp y seguir haciéndola grande durante los cuatro próximos años, es decir, hasta febrero de 2018″.

La letra pequeña del acuerdo de compraventa de WhatsApp también velaba por la buena salud de los títulos de Facebook al prohibir el canje de títulos en el mercado en el caso de que dicha operación masiva pudiera afectar negativamente a la empresa.

La venta de los empleados de WhatsApp también requerirá el visto bueno del regulador bursátil estadounidense. No parece que exista especial problema en la venta de esas acciones, ya que en su conjunto apenas representan el 0.3 por ciento del capital de la empresa.

Frente al medio centenar de empleados de hace cuatros años, la plantilla de Whatsapp ahora dispone de 200 empleados. Los planes pasan por duplicarse hasta los 400 empleados.

La convivencia durante este tiempo entre los empleados antiguos y potencialmente multimillonarios y los modernos (sin derecho a semejante retribución) ha debido ser peculiar.

Salvando las distancias, podría compararse el caso de WhatsApp al de una empresa en la que, por ejemplo, cae el Gordo de Navidad en la lotería que se reparten los trabajadores y donde uno de cada cuatro trabajadores atesora 12.5 décimos con el número agraciado y los tres restantes no llevan ni una mísera participación.