Por Ramón Durón Ruíz (+)

«Ndie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible.” Todo acto de bondad es una demostración de gratitud por lo que se es y se tiene; la bondad engloba el amor, el servicio, el dar incondicionalmente y la sabiduría.
En las leyes del universo todo lo que das con bondad es una inversión que se te multiplica, que en mucho determina el rumbo de tu vida, trayendo abundancia de dones y bienes, porque es una actitud diaria de “hacer el bien sin saber a quién”.
La bondad, es una actitud sabia de vivir a plenitud, de ser amigable, generoso, de respetar fraternalmente al de enfrente, es encontrarle el sentido a tu vida, como condición primigenia para vivir a plenitud.
Ser bondadoso, es propio de quienes han tenido la inteligencia de eliminar el ego, de aquellos que trabajan en su trascendencia, en la ley kármica de la vida la recompensa llega hasta sus seres queridos.
Un ser bondadoso, es una ofrenda de amor a la vida, lleno de sentimientos de confianza y respeto al prójimo, aprendió ésta virtud en casa, en donde hay una enseñanza de valores que se han afianzado en su ser con una actitud y emociones positivas, cálidas, amables, abiertas, alegres, generosas, que lo llenan de luz y energía.
Quien tiene la virtud de ser bondadoso, es un ejemplo de grandeza humana, es portador de una personalidad carismática y atractiva que se refleja en una cautivadora sonrisa, plena de poder y fortaleza.
La bondad, va de la mano de un espíritu grande y bello, es un medicamento que llega directamente al alma y la sana, además nutre el cuerpo, armoniza el mundo holístico porque conoce la bendición de dar.
Sharon Salzberg, en su libro “Loving Kindness”, cita la forma en que Buda enumera “los beneficios de la bondad”1 Si uno es bondadoso:
1.- Dormirá con facilidad.
2.- Se despertará con […felicidad].
3.- Tendrá sueños […reparadores] y agradables.
4.- La gente lo querrá.
5.- Los ‘devas’ –seres celestiales de luz, majestuosamente bellos– y los animales lo amarán y lo protegerán.
6.- Los peligros externos no lo lastimarán.
7.- Lucirá un rostro radiante.
8.- Su mente será serena.
9- No morirá en estado de confusión.
10.-Renacerá en un ámbito feliz.
Al Filósofo de Güémez, la vida le ha dado para tanto, que entiende que el humor es un ejercicio de vida, que lo acerca demasiado a su Maestro Interior, desarrollando el espíritu de entrega total.
Resulta que “en un restaurante, uno de los comensales ve que el Filósofo de Güémez en su calidad de mesero, lleva una cuchara para el café en la bolsa del mandil, observa que todos los meseros llevan cucharas en la bolsa de sus respectivos delantales. Intrigado, le pregunta al campesino de allá mesmo:
— ¿Por qué llevan una cuchara en la bolsa del mandil?
— Es que el dueño mandó hacer un estudio para ahorrar tiempo, éste comprueba que la cuchara de café es la pieza que más veces se suele caer al piso, nosotros la reponemos inmediatamente y en el siguiente viaje a la cocina volvemos a tomar otra, ahorrándonos un 3 % de nuestro tiempo.
— ¡Oiga! que inteligente, me parece esta acción.
Al poco tiempo, el mismo comensal, observa que le cuelga un hilito hábilmente disimulado de la bragueta. Comprueba que todos los empleados están en la misma situación. Vuelve a preguntar al Filósofo:
— ¡Oiga!, lo del hilito en la bragueta ¿seguro que también tiene una explicación?
—¡Efectivamente!, en el mismo estudio se comprobó que debido a la cantidad de horas que pasamos parados, tenemos necesidad de ir varias veces al baño. Con la cuerdecita nos la sacamos ‘salve sea la parte’, sin tocarla, con lo cual evitamos perder tiempo lavándonos las manos produciendo un ahorro del 4 % en el total del trabajo.
— Bueno –dice el comensal– para sacarla, muy bien, pero ¿cómo se la guardan?
— Los demás no lo sé… ¡YO USO LA CUCHARA¡”