Incluso sin haberlo vivido o percibido de cerca, todos conocemos que el embarazo en adolescentes en México es un problema de salud pública. Dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, México ocupa el primer lugar en este tipo de casos, pues registra que de cada mil nacimientos, 64.2 corresponden a hijos de jóvenes de 15 a 19 años de edad. En contraste, Suiza reporta apenas 4.3. ¿Pero qué ocurre en el ámbito local?
Hasta hace poco, si queríamos saber acerca de la situación del embarazo adolescente en Xalapa, debíamos satisfacernos con esporádicas notas periodísticas al respecto. Las cifras abundaban, pero faltaba algo: la voz de las protagonistas y un análisis profundo de la situación que permitiera sentar las bases de una política pública adecuada al respecto.
Con ese objetivo, el Instituto Municipal de las Mujeres de Xalapa (IMMX) desarrolló el estudio “Investigación sobre la situación del embarazo en adolescentes y abandono escolar en el municipio de Xalapa, Veracruz. Propuestas de prevención, reinserción escolar y promoción laboral”, documento al cual pude acceder gracias a que fue amablemente compartido por el IMMX vía Facebook hace un par de semanas. Tras una lectura, comparto aquí los datos que más llamaron mi atención.
* “La oficina del Registro de Civil señala que Xalapa es uno de los 13 municipios de entidad con un mayor índice de nacidos vivos registrados de madres menores de 20 años de edad. Del 2000 al 2016, fueron asentados en ese municipio 5,086 niños y niñas de parejas en concubinato, en las cuales la edad de las madres fluctúa entre los 13 y 17 años, mientras que la edad de los padres está entre 14 y 60 años”.
* De acuerdo con la encuesta aplicada a jóvenes estudiantes xalapeños, la información sobre la actividad sexual la obtienen principalmente de los maestros, pláticas impartidas por instituciones y progenitores. Internet, libros y revistas, familiares y amigos ocupan los últimos lugares. “Esto contradice a la creencia de que este tipo de información se da principalmente por los medios comunicación y amistades”. Y añade un poco más de responsabilidad a los educadores y representantes de instituciones, agregaría.
* Los adolescentes “no se perciben como ciudadanas/os ni como sujetos de derechos (ni) relacionan las prácticas sexuales como un tema de discusión permanente”. Por su parte, Estado, maestros, instituciones y sociedad en general comparten esta visión. Asumen que los adolescentes deben ser considerados y tratados como sujetos a tutelar, por los cuales tomar decisiones, pues ellos –supuestamente– son incapaces. Las campañas de prevención del embarazo adolescente “los ven como seres irracionales que actúan por instinto”.
* Las campañas de prevención de embarazo están dirigidas a jóvenes urbanos y omiten las realidades indígenas y rurales. No contemplan la posibilidad de considerar la maternidad como una elección de las mujeres, pues se asume que se debe “postergar”, mas no elegir. La perspectiva de género brilla por su ausencia: se asume que las y los adolescentes son “pares”.
* Se habla de educación sexual, pero ésta está “enfocada en la reproducción y la anticoncepción, dejando el erotismo o los afectos (…). Se pretende que retrasen el inicio de la vida sexual y no (enseñar) cómo tener una relación placentera y satisfactoria”. Ya lo hemos dicho aquí: ¡Urge hablar de deseo y consentimiento!
* El embarazo y su prevención suele abordarse a través de los valores, “dando una connotación moral y no de derechos humanos”.
* La juventud xalapeña conoce los métodos anticonceptivos, pero no su función. Pide mucho la pastilla de emergencia.