«Al final del sexenio del General Cárdenas, doña Graciela Olmos abrió su propio negocio: «La Casa de La Bandida», en un palacete ubicado en la colonia Condesa del DF; trabajaban para ella las mujeres más bellas, que se dedicaban al oficio más antiguo del mundo». Además de los políticos, asiduos clientes de «La Bandida», asistían poetas y artistas, entre otros Agustín Lara, Pedro Vargas, José Alfredo Jiménez, Cuco Sánchez, Miguel Aceves Mejía, Benny Moré, Carlos Lico, Diego Rivera, Manolete y Pablo Neruda, pero el consentido simpre fue Marco Antonio Muñiz, el llegó a buscar trabajo con su guitarra y ahí se quedó». Lo escribe Gustavo Avila Maldonado.