*Él es tu amigo, tu compañero, tu defensor, tu perro. Tú eres su vida, su amor, su líder. Él será tuyo siempre, fiel y sincero, hasta el último latido de su corazón. A él le debes ser merecedor de tal devoción. Tú no tienes un perro, el perro te tiene a ti. Camelot.

LAS DOS PERRAS DE CASA

Hace poco mas de un año, mientras quien esto escribe viajaba por algún lado del territorio mexicano, al regreso a casa me encontré sorpresivamente con dos perras, que una de mis hijas, que los ama y protege, me endosó porque eran en verdad perritas de la calle y dormían pegadas a un contenedor de basura, donde allí medio las alimentaban como la gente les podía dar de comer. Con unos cartones al lado, dormían bajo las inclemencias del tiempo, con el clima orizabeño donde llueve un día sí y otro también y por lo regular hace mucho frio. Intentaron y las llevaron a la perrera municipal, con su titular, Mayra de la Vega, mujer que ama y cuida a los animales. Las querían dar en adopción, pero tenían un factor en contra, la madre, de color café, era y es ciega, y quienes las querían adoptar pues solo querían a la hija, la blanca. La madre por el olfato y el oído sigue a la hija, la hija la llevaba por los caminos sinuosos de la oscuridad, como un Lazarillo de Tormes. Yo tuve en un tiempo dos perros machos bóxer, cuando se me murieron ambos, por la edad, juré ya no tener otros, aunque dejé un par de perreras allí listas, no sé para qué. Dicen las leyendas que, cuando te mueres, un perro tuyo te guiará al paraíso, si es que ahí lo hay. El Papa Francisco ha dicho: “Dios tiene un lugar para nuestros animalitos cuando ellos mueren”. En la cultura prehispánica, señalaban que al morir el alma cruzaba un rio, y que allí esperaba el perro tuyo para ayudarte a cruzar ese rio y llegar a ese difícil camino. A mis dos perras, las muchachas que las alimentan y cuidan y el jardinero que las baña, les pusieron de nombre, una Bianca y la otra Güera, la que es ciega, que de güera no tiene nada. Yo suelo darles alimento los domingos, cuando las saludo y platico con ellas. La madre se guía por el ruido de la hija, a veces se le pega, ya conocen el territorio de mi jardín y sus perreras, y como todos esos animalitos se hacen querer. Mueven la cola cuando agradecen y se espantan con los cuetes, como todos ellos. Los veo por las mañanas, como ahora que fui a espiar como crece el helecho Maquique y las Aves del Paraíso, y una de ellas, la hija revoltosa, posó a mi lado como viendo al patrón y preguntando, qué carajos hace. Es la vida de los animalitos, las perras que ahí viven con sus alimentos y bajo el techo de sus perreras, seguro ya se olvidaron de aquellos tiempos feos donde el frio y las lluvias y la falta de alimentos, las tenían punto tres que se morían. Viven felices y cuidadas. Las miman, el babero que les pone Joel, es porque las acabó de bañar, para que no se ensucien. Se hicieron y se convirtieron en adultos en la calle, quizá como cantaba Alberto Cortés: “Era callejero por derecho propio, su filosofía de la libertad, fue ganar la suya sin atar a otros y sobre los otros no pasar jamás. Aunque fue de todos nunca tuvo dueño, que condicionara su razón de ser libre como el viento era nuestro perro, nuestro y de la calle que lo vio nacer”.

ASALTOS EN CARRETERAS

La violencia no descansa, la delincuencia no baja los brazos. No se rinden. La policía multiplica sus esfuerzos. Apenas ayer en Acultzingo, donde hubo enfrentamientos entre presuntos roba trenes y la policía y parte de la población azuzada, fueron llevados a Xalapa policías de esa corporación. A checar si andan entre los buenos o los malos. Al examen de confianza. Como me lo contaron se los cuento. La semana pasada, a eso de las 8 de la noche, tres personas bajaban el tramo de la carretera autopista Esperanza, Puebla, rumbo a Orizaba, ese camino que se ha vuelto territorio minado, porque cuando no es la neblina es el miedo a los asaltos. Hace tiempo tiraban piedras desde los puentes y al romper el parabrisas, si salías con vida, te orillabas y entonces llegaban a asaltarte, eso sí quedabas con vida, porque una piedra de esas a esa velocidad te mata. Quien esto escribe vivió un caso así hace años. Va la historia de hace días: En una pick up de doble cabina, muy cotizadas para la delincuencia, quienes iban arriba de ella, chófer y dos acompañantes, notaron que un tráiler no les dejaba pasar, bajaba la velocidad. A poco el tráiler se detuvo porque adelante descendieron unos seis o siete encapuchados con máscaras y las famosas ametralladoras. Por poco se desmayan. Los bajaron de la pick up, y los treparon con el chófer del tráiler con la condición de que no denunciaran el robo de la camioneta hasta el día de mañana y con la consigna al chófer que los bajara en la caseta de paga de Fortín. Tenemos sus documentos, sabemos quiénes son y dónde viven, les amenazaron. Se quedaron con su IFE y licencia y devolvieron los celulares. Se sospecha que el trailero es uno de ellos. Venían con el Jesús en la boca y llegaron adonde les indicaron. Cuando los bajaron en Fortín, se encomendaron y dieron gracias a la Guadalupana. Asalto muy rápido, tuvo un algo positivo, no los golpearon, no los maltrataron y los dejaron con vida, que ya se sale ganando con eso. Le puede ocurrir a usted, a mí, a cualquiera. ¿Qué recomiendan?, no bajar de noche, porque acuérdense que en la noche todos los gatos son pardos.

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