Bueno, tampoco se trata de hacerle al adivino, pero tengo la ligera sospecha de que el que mejor librado saldrá de este primer debate es el frentista Ricardo Anaya.
¿Por qué o en qué baso mi sospecha? Pues porque es el único de los cinco contendientes que más callo tiene en este tipo de ejercicios. El tipo es brillante, sabe conducirse con soltura en ese tipo de escenarios, es rápido de reflejos, maneja muchos perfiles que van desde el muy serio, pasando por el burlón, la ironía, la sorna y la consistencia en el discurso, además el tipo tiene muy buena memoria, no se achica, no le impone la presión, es sereno y no se calienta a las primeras de cambio. Su objetivo es claro que va a ser el puntero en las encuestas.
Y ojo, no es que le vaya a Anaya, es un análisis frío, despojado de cualquier afinidad política. De ahí en fuera creo que la segunda que mejor librada saldrá será Margarita, no tiene nada que perder. Creo que va a enfocar baterías en Andrés Manuel y se va ir sobre Anaya. De los otros poco se va a ocupar. Es lógico que se va a ir sobre el primero y el segundo lugar. A ella la van a atacar por su flanco más débil, o sea, ser esposa de quien es.
El que va a ocupar el tercer lugar en el debate va a ser Meade, pero todo va a depender que traiga claras las ideas y se sepa quitar los golpes al ser el representante de un gobierno y de un partido muy desacreditados. Creo, igualmente despojado de cualquier afinidad o simpatía política, que Meade es el más capaz de los cinco aspirantes, que es el que mejor garantizaría un gobierno viable, el problema es que trae una gangrena encima.
De Jaime Rodríguez solo espero dicharajos, se va a ir sobre Andrés Manuel, lo va –lo van- a provocar para sacarlo de sus casillas y que explote, y el tabasqueño es de mecha corta y no se sabe controlar, lo pueden sacar de quicio y eso se puede poner bueno. Pero el Bronco está muy desgastado, no trae nada y está muy desgastado, sin credibilidad, vamos.
Y de Andrés Manuel no espero mucho. Es un hombre lento de reflejos, acostumbrado a que, en su medio controlado, es decir, el de su partido y el de sus mítines, la única palabra que se escucha es la de él. Es un ambiente como de iglesia, en donde el sacerdote sermonea a su feligresía y esta nada más es capaz de responder con genuflexiones. Nada más con que le digan que es un mitómano, que demuestre cuándo le ofreció a Trump el avión presidencial, lo que no pasa de ser un alarde y otro de sus típicos desplantes.
Anaya tiene mucho callo. Lo he visto en debates con Javier Corral, por la dirigencia nacional del PAN, y salió muy bien librado ante un tipo con muchas tablas como lo es el chihuahuense. Del que tuvo en televisión con Manlio ni hablar, nada más le faltó escupir al “monstruo sagrado” que es el sonorense. Y el discurso que dio un cinco de febrero en Querétaro, de memoria, fue muy apantallante por el dominio del escenario del tipo.
Hay que ver el debate hoy por la noche, no se lo pierdan.
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